CEP propone reformar el ranking de notas tras detectar que no reduce brecha entre colegios en la admisión a universidades

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Análisis detectó que este instrumento bonifica de forma muy desigual a los jóvenes, aunque hayan sido los mejores de su generación, por lo que sugiere cambiarlo por un ordenamiento en su desempeño, comparado con sus generaciones anteriores. Expertos creen que también es necesario evitar que los colegios sigan inflando las notas de sus alumnos.


Hoy comienza la aplicación de la Prueba de Transición Universitaria (PTU), el examen que reemplazó hace dos años a la PSU, en un intento por mejorar las condiciones de acceso a las universidades, al apuntar más a la medición de competencias que de contenidos.

Sin embargo, esta no es la primera vez que se le hacen cambios al proceso. Antes de la PTU, la modificación más relevante que tuvo el sistema de acceso fue la creación en 2012 del ranking de notas, como un factor que se pondera junto al puntaje de la prueba y al puntaje que otorgan las Notas de Enseñanza Media (NEM) para definir si un postulante puede ingresar a una carrera.

El ranking funciona así: si el promedio de notas del postulante es superior a las notas que tuvieron en promedio los postulantes de las tres generaciones anteriores que salieron de su mismo colegio, entonces obtiene una bonificación de 850 puntos, que se pondera con los otros factores. Si su promedio es menor al que tuvieron las tres generaciones anteriores, solo recibe un bonus equivalente a sus propias notas.

La idea era favorecer la inclusión de jóvenes de colegios públicos y particulares subvencionados, ya que los posiciona en el ranking en relación con su mismo colegio, y reduciendo la competencia que tienen que dar con jóvenes de colegios particulares pagados, que tienen una mejor formación.

Pero el instrumento tiene problemas, ya que seguiría replicando la brecha entre colegios públicos y pagados. Así lo concluye un análisis del Centro de Estudios Públicos (CEP), que muestra que existe una gran dispersión en el puntaje que entrega el ranking de notas, al punto que dos alumnos que fueron los mejores de su generación, en distintos colegios, podrían tener hasta 400 puntos de diferencia.

Eso quiere decir que el ranking no estaría premiando de igual forma a estudiantes con desempeño similar. ¿Por qué? Porque al estar construido en base al NEM del postulante, replica sus desigualdades. Por ejemplo, solo el 16% de los jóvenes de colegios municipales y particulares subvencionados tiene más de 700 puntos por NEM, mientras que en los particulares pagados llega al 34%.

Reforma al ranking

Para reducir esta dispersión y favorecer la inclusión, el CEP presentó a La Tercera una propuesta de reforma al ranking, que deja de lado la bonificación al postulante según el promedio de sus tres generaciones anteriores.

En su reemplazo, el CEP propone usar el “percentil de egreso histórico”: ordenar en una lista a los postulantes de una generación según su NEM, pero también incluir a las tres generaciones anteriores en esa lista, con lo que se obtiene la posición relativa de los escolares recién egresados.

“Este ranking elimina parcialmente la competencia entre estudiantes de una misma generación, ya que la posición relativa de un estudiante depende no solo del rendimiento de su generación, sino también de las tres generaciones recientemente egresadas”, detalla la propuesta.

Sylvia Eyzaguirre, investigadora del CEP y autora de la propuesta, explica que, si se aplicara este nuevo instrumento, los jóvenes de colegios municipales y particulares subvencionados tendrían en promedio 40 puntos más en su puntaje de ranking, mientras que los de colegios particulares pagados tendrían cerca de 30 puntos menos, lo que equilibraría la balanza (ver infografía).

“Pensado de esta forma, el ranking histórico ordena a los alumnos en función de su rendimiento, lo que quiere decir que el alumno que está en el mejor percentil de desempeño, en cualquier colegio de Chile, tendrá la misma bonificación”, asegura.

Javiera Gazmuri, investigadora asistente del CEP, añade que “la ventaja que tiene esto es que disminuye la competencia entre estudiantes, y no se construye sobre el NEM. En este caso, si tú eres el último de la distribución (del ordenamiento), tendrás un puntaje muy por debajo del puntaje que te otorga el NEM”.

Las investigadoras simularon la aplicación de este modelo en el proceso de admisión 2019 para ver sus efectos. A nivel general, no habría variaciones en la cantidad de jóvenes que ingresaron a las universidades según su tipo de colegio.

Pero sí hay cambios en la admisión según las primeras preferencias que marcaron los jóvenes, donde los alumnos de colegios municipales aumentarían su acceso en un 5%, los de particulares subvencionados crecerían en un 4% y los de particulares pagados se reducirían en un 18%.

También habría cambios en el acceso a las carreras más selectivas, aquellas que tienen puntajes de corte sobre 700 puntos: los jóvenes de colegios municipales aumentarían en un 17%, los de particulares subvencionados en un 16%, y los de particulares pagados se reducirían en un 9%.

Aumento de notas

El CEP ha planteado que esta dispersión en el puntaje del ranking se da porque los colegios han tendido a inflar las notas de sus alumnos, porque así aumenta su bonificación en estos instrumentos y el establecimiento aparece con un mejor desempeño en el acceso a la educación superior.

Carlos Pérez Wilson, doctor en Matemática Computacional y Aplicada y profesor asociado del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de O’Higgins, dice que estos aumentos de notas sin explicación aparente tienen impacto en el proceso de admisión.

“Mientras más relevante la ponderación del ranking en las carreras, mayor relevancia tendrán las imperfecciones asociadas a este proceso de notas que ya han internalizado algunos establecimientos. El promedio NEM y el ranking de notas han experimentado aumentos en prácticamente todos los establecimientos”, afirma.

Si esto sigue así, agrega, se perderá el propósito original del ranking de notas. “Esto es similar a lo que pasa en algunas evaluaciones al personal o en evaluaciones de proyectos, en que prácticamente todos los empleados o propuestas son evaluados con nota máxima, no pudiendo por tanto discriminar, al no ofrecer variabilidad”, explica.

“Desde este punto de vista, la propuesta de (Silvia) Eyzaguirre de incorporar el puntaje de ranking según el percentil de egreso, como propone, podría efectivamente aminorar el efecto al considerar cómo se ha ido ajustando dicha variabilidad año a año”, agrega Pérez.

Gabriela Gómez, académica del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de O’Higgins y doctora en Ciencias de la Educación, advierte que el problema también está en la actitud de algunos colegios de inflar las notas, lo que se daría con más fuerza en planteles particulares pagados.

“Esos establecimientos son los que aparecen como inflando las notas con un mayor aumento. Entonces, el problema está ahí y en la poca regulación que tienen”, señala, aunque también está de acuerdo en que el ranking debe ser perfeccionado.

Y Mario Sobarzo, profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad de Santiago, advierte que perfeccionar solo el ranking, de forma aislada, no servirá de mucho, porque el acceso a la educación superior está mediado por muchos factores que hay que considerar. Por ejemplo, las mismas universidades impactan en el acceso al darle más o menos ponderación al ranking y a los otros factores.

“Si queremos generar sistemas de accesibilidad más universales, tenemos que generar un mejor acompañamiento a los jóvenes, incluso previamente a su ingreso a la universidad. Aislar un solo factor, como lo hace el CEP, es un poco capcioso”, afirma.

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