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El equipo de negociadores de la PDI que combate los secuestros del Tren de Aragua

En apenas dos años el equipo de negociadores de la BIPE PDI pasó de estudiar secuestros en manuales extranjeros a enfrentar una ola delictiva que nunca pensaron vivir en Chile. Desde 2021 han debido negociar en más de 200 casos. Ese aprendizaje, dicen en la unidad, los ha convertido en referentes a nivel internacional.

La mayoría de los negociadores de la BIPE aprendieron en la Academia Superior de Estudios Policiales (ASEPOL), a través de un diplomado dedicado a la negociación policial. Según Hassel Barrientos, el prefecto de la unidad, son pocos los elegidos para ese postítulo. Por lo general, comenta, se seleccionan alumnos que sobresalen por su capacidad de adaptación a situaciones de alto estrés.

Hassel Barrientos (53), subprefecto de la Brigada Investigadora de Policiales Antisecuestros (BIPE-Antisecuestros), recibió un llamado en la mañana del 25 de diciembre de 2021. Era el día de Navidad. Se disponía a compartir con su familia, cuando le dijeron que había un secuestro en proceso. Se trataba de un ciudadano venezolano.

La madre de la víctima había hecho una denuncia en Carabineros. Algo tarde, a ojos de Barrientos: la extorsión había comenzado la noche anterior, pero la mujer, en lugar de acudir a una fuerza policial, decidió pagar en joyas un primer monto de rescate. Una motocicleta fue a buscar las alhajas a su edificio en Santiago Centro. Pero su hijo aún no aparecía.

Así, Barrientos partió rápidamente al cuartel de su unidad, en la calle Williams Rebolledo, en Ñuñoa. Allí, su equipo ya había establecido un puesto de mando en una de las salas del edificio. También estaba la madre del ciudadano venezolano, de apellido Rizutti. Ella explicó que era una mujer que había venido a Chile a trabajar hacía meses, y que no tenía idea de que su hijo tenía roces con bandas de crimen organizado. La madre, dice Barrientos, estaba desolada.

El grupo que en ese momento lideraba es el equipo de negociadores de la BIPE Antisecuestros de la PDI. La estructura de la unidad se repite siempre: un negociador líder, un negociador secundario, un analista, un detective que hace las bitácoras de las comunicaciones y un oficial que actúa como contenedor de los familiares, describe Barrientos.

Así, comenzaron a aplicar el manual: un conjunto de técnicas que la mayoría de ellos aprendió en la Academia Superior de Estudios Policiales (ASEPOL), a través de un diplomado dedicado a la negociación policial. Según Barrientos, son pocos los elegidos para ese postítulo. Por lo general, dice, se seleccionan alumnos que sobresalen por su capacidad de adaptación a situaciones de alto estrés.

Lo primero que necesitaban, dice el subprefecto, era obtener una señal de vida. Es decir, una prueba de que la víctima estaba viva, con una videollamada. El problema es que no había señal de eso. Pero la madre seguía siendo extorsionada.

El segundo paso fue determinar quién iba a ser el familiar que iba a negociar. Esa persona se iba a poner en contacto con los captores, entender lo que querían y las condiciones para liberar a la víctima.

Este punto es clave, dice Barrientos, para entender las negociaciones: los policías nunca toman contacto directo con los raptores. Designan a un único familiar, quien será quien escriba y llame a los secuestradores. También toman más precauciones: se aseguran de que todo el resto de los familiares extorsionados dejen de responder a esos mensajes. Incluso los que viven en el extranjero. Procuran, también, que del otro lado del teléfono no sepan que hay policías asesorando el proceso.

Hassel Barrientos, subprefecto BIPE, en una rueda de prensa. Foto: PDI.

Barrientos, como jefe de la BIPE, coordinaba el accionar de toda la sala. El investigador hasta ese momento tenía 23 años de servicio en la institución. Oriundo de Concepción, a los 19 años había entrado a la escuela para ser detective. Luego tuvo un paso por la Policía Internacional en el Aeropuerto, y posteriormente por la Brigada de Robos (BIRO). El 2019 llegó a la BIPE, una unidad fundada en 1994 especializada en secuestros, atentados terroristas, atentados explosivos y amenazas a autoridades. El objetivo de la unidad antisecuestros es conseguir la liberación del cautivo, conseguir información sobre quiénes son los captores, identificarlos y llevarlos a la justicia.

El resto de su equipo también tenía experiencia. Todos los integrantes deben tener formación en el Curso de Manejo de Incidentes Críticos. El segundo al mando de las negociaciones es el líder de la ejecución. A esa persona Barrientos en adelante le llama “Líder”, por razones de seguridad. Líder (37) lleva 16 años en la BIPE, y tiene estudios de negociación en España. El segundo al mando (Barrientos le dirá en adelante “Segundo”), quien tiene 29 años y formación en Colombia, ya cuenta con ocho años de experiencia en el grupo.

Por la tarde del día 25 aún no había una señal clara de que Rizutti estuviera vivo. La jornada de negociación se extendía. En total, recuerda Barrientos, la madre de Rizutti tuvo que negociar en quince llamadas con las personas que decían tener a su hijo en cautiverio. Le pedían 20 millones de pesos. A cambio, solo le llegaban audios de su hijo, pero nunca pudo hablar en vivo con él.

Todo cambió de golpe, dice Barrientos, al día después. Fue cuando encontraron un cuerpo en Lampa. Era Rizutti. La data de muerte luego de las pericias les mostró algo macabro.

-Tuvimos que decirle a su madre que su hijo estaba muerto. Y es que por eso insistimos en que las denuncias se hagan de manera inmediata. Cuando ella hizo la denuncia, a su hijo ya le habían dado muerte.

La regla de oro

El equipo de negociadores es testigo de cómo los secuestros en Chile mutaron en los últimos cinco años.

Cuando Barrientos llegó a la BIPE, en 2019, los casos de secuestro más frecuentes en los que les tocaba negociar eran chilenos de bandas organizadas reteniendo chilenos de otras bandas. Lo describe así: “Un clan familiar chileno del sector sur de la capital secuestraba a un soldado de otro clan familiar que se había cambiado de banda. Eran secuestros por rencillas territoriales y para mostrar fuerza. Para zanjar quién vendía estupefacientes en ese territorio”. En su equipo no veían más de cinco u ocho delitos de ese tipo al año.

El cautiverio en esos casos era más corto, detalla el policía. En uno de esos secuestros, se acuerda Barrientos, el monto del rescate fueron 50 millones de pesos. Pero también pidieron como parte del trato un par de kilos de cocaína y algunas pistolas.

En ese entonces, cuando terminaban un secuestro, se miraban con Líder y Segundo y concordaban en algo: todo había sido estudiado en el diplomado.

Pero esto cambió en 2021. Desde el secuestro de Rizutti, dice Barrientos, empezaron a ver una mutación.

-Desde el segundo semestre de ese año aparecieron los primeros casos de secuestros relacionados al crimen organizado transnacional, que eran perpetrados por sujetos extranjeros, incluso articulados desde el extranjero. Eran venezolanos extorsionando a venezolanos. Desde el 2022 ya lo empezamos a investigar como fenómeno.

Los investigadores empezaron a ver cosas que no estaban en el manual, o que sencillamente nunca habían visto. Por ejemplo, fueron testigos de los primeros videos extorsivos: videollamadas o registros donde se veía brutalidad extrema hacia los cautivos. Para extorsionar usaban el mismo teléfono de la víctima.

Otra cosa que les sorprendía: cuando Líder y Segundo preguntaban a los captores qué pedían para liberar a una víctima, del otro lado contestaban que lo soltaban por $500 mil dólares.

Barrientos dice que esto se explica porque, en esa ola de secuestros entre extranjeros, era común que la víctima fuera un miembro de una banda narco o dedicada a negocios ilícitos. El principal grupo que estaba detrás de esta ola de extorsiones del 2022 y 2023 era el Tren de Aragua. La facción protagonista eran Los Piratas, y uno de los organizadores era Larry “Changa” Álvarez, venezolano fundador del Tren. La finalidad de los secuestros, en su mayoría, era dominar a bandas rivales y obligarlas a pagar “la vacuna”, o el pago constante para delinquir en un lugar determinado.

-A los familiares o parejas de esas víctimas les costaba denunciar. Creían que al acercarse a nosotros no los íbamos a ayudar, o que la investigación se iba a dirigir a ellos de inmediato, por tener nexos con el crimen organizado. Pero nosotros, en ese sentido, sea quien sea el secuestrado, lo vamos a investigar así. Sin perjuicio de que luego derivaremos la información recopilada al área que corresponda.

Hassel Barrientos detalla que en el diplomado de negociación policial se enseñan algunas reglas. La primera, la de oro, dice, es “nunca ofrecer nada”. Esto es clave, cuenta, por dos cosas.

-Nunca hay que confirmar que tienen la capacidad de poder pagar. No tengo. No hay -asevera-. Es que las personas en su desesperación dicen, ya, les ofrezco cinco millones. Pero luego ellos van a pedir el doble, o el triple. Por eso es muy importante que la denuncia se haga de inmediato para que nosotros entremos a negociar y a recopilar información.

Barrientos dice que no puede hablar ni comentar más técnicas de negociación. Publicarlas puede significar que esas bandas mejoren sus propias técnicas.

-Pero, por ejemplo, una de las técnicas que tenemos -comenta- es medir la capacidad logística que tienen los captores. Ellos se pueden complicar cuando no tienen los medios para mantener a una persona por muchos días en cautiverio.

Los secuestros siempre terminan de dos maneras posibles: la primera es un acuerdo de liberación mediante el cual los captores accedan a soltar al secuestrado. La otra forma de terminarlos es encontrando el lugar del cautiverio. En paralelo a que se negocia con la banda, dice Barrientos, hay un equipo de inteligencia que trata de llegar a través de pericias al lugar desde donde se están haciendo los llamados.

Eso sí, dice Barrientos, este último método es más lento. Por eso, el 70% de los casos termina a través de la negociación. En el otro 30% se ha podido llegar al lugar de cautiverio. El caso de Rizutti es parte de las contadas excepciones cuando se encuentra a un secuestrado asesinado.

Barrientos sostiene que, si bien una de las reglas dicta que no hay que ofrecer nada, “no podemos impedirle a la familia que lo haga”. Pero insiste en eso: “Nosotros no fomentamos el pago. Y menos en efectivo”.

Esos pagos, dice el policía, suelen salir del país a través de transferencias electrónicas o incluso de criptomonedas.

Cuando se llega a un acuerdo de liberación, agrega el jefe BIPE, los captores nunca comentan dónde van a liberar a la víctima.

-Hay que empezar a buscarlo. O la víctima, por sus propios medios, se acerca a un teléfono o a alguna autoridad y avisa que fue liberada.

Hassel Barrientos en una rueda de prensa, anunciando la detención de un miembro de la banda que secuestró al teniente en retiro venezolano Ronald Ojeda. Foto: PDI LUIS QUINTEROS/ATON CHILE

El caso del empresario Rodrigo Cantergiani es uno que se escapa de la norma, dice Barrientos. Es inusual el secuestro de empresarios chilenos. Una de las hipótesis que tiene el policía es que haya sido un dato que vino desde dentro de su empresa.

-Muchos de esos datos se traspasan en los carretes masivos en Bellavista -comenta- o en los afters clandestinos de Lampa.

Con el tiempo la BIPE logró capear la primera ola de extorsiones. Costó, dice, por la falta de antecedentes que había de los sujetos en Chile, y la lenta colaboración de Venezuela en aportar identidades.

Desde la BIPE cuentan 214 sujetos que han sido detenidos desde el 2023 por responsabilidad en un secuestro. Los que más recuerda Barrientos: dos de los captores de Rizutti terminaron frente a un juzgado chileno.

Líderes

El equipo de negociadores ya está consolidado, dice Barrientos. Actualmente en la Región Metropolitana hay 10 de ellos en tres equipos. Esto quiere decir, comenta, que pueden atender tres secuestros en paralelo. Además, hay siete BIPE en regiones, con 12 negociadores certificados repartidos entre ellas.

En su equipo, tal como Líder y Segundo, todos tienen entre 29 y 40 años. Provienen de distintos estamentos. Barrientos dice que procura que entre los negociadores siempre haya mujeres: “Pueden perfilarse mejor en aquellos casos que el familiar sea mujer. Así tienen más empatía y más habilidades de contención”, explica.

Con el tiempo la BIPE y el Ministerio Público han identificado una lista de bandas dedicadas a los secuestros, entre ellos Los Mapaches y La Hermandad. Los miembros de estas bandas, que no eran líderes en 2023 y que lograron quedar prófugos, dice el policía, se descolgaron y fundaron sus propias agrupaciones. Esas son las bandas que explican esta segunda ola de secuestros de 2025.

-Pero ya la tenemos controlada. Vamos a dar grandes golpes. Y pretendemos seguir hasta que ya nadie tenga la capacidad de hacer un secuestro en nuestro país.

Las olas de secuestros dejaron un rastro de víctimas. Si bien en 2021 hubo 8 secuestros extorsivos -perpetrados por bandas de crimen organizado-, en 2022 el número creció a 22 y en 2023 a 36. Luego, se dio una tendencia a la baja: en 2024 se dieron 28 casos, y este 2025 van 25.

Pero no solo eso: también hay una cifra de secuestros que no son extorsivos, que no son ejecutados por crimen organizado. “Tienen móviles de violencia de género, o por deudas de droga”, dice Barrientos. Desde el 2023 van 171 casos.

Barrientos dice que el trabajo se ha facilitado mucho más con el nacimiento de la fiscalía especializada en crimen organizado ECOH. Ellos son los que alertan a la BIPE cuando existe un secuestro. Prácticamente todas las denuncias de secuestro son negociadas por este equipo de la PDI. Luego se trabaja con la base de datos integrada que tienen tanto el Ministerio Público, la PDI y Carabineros.

Han tenido que aprender a manejar la presión en esos momentos, dice el jefe BIPE. Las largas jornadas se aguantan con mucho café -litros, dice- y con la adrenalina de la tarea. Entremedio, a los familiares se les facilita un sillón donde pueden descansar, mientras el equipo come piza o sale a fumar. Hay secuestros que pueden durar horas, días o incluso semanas.

Las olas de secuestro extorsivo en Chile dejaron un conocimiento que se está aplicando en el diplomado, dice Barrientos. Lo principal, además de afinar las técnicas de negociación, es la terminología que usan los secuestradores extranjeros.

-Son modismos venezolanos que utilizan. Además del chamo y del mamahuevo, a las víctimas que están secuestradas les dicen “el marrano”. Por ejemplo, ‘acá tenemos al marrano’. Y al lugar donde lo tienen, le dicen ‘la nevera’.

Con los sucesivos llamados, asegura Barrientos, aprendieron a identificar cuando estas bandas blufeaban, o si era un grupo de iniciados que se hacía pasar por profesionales. También han ido encontrando patrones que han permitido la caída de algunos de estos miembros: por ejemplo, voces de extorsionadores que se repetían en diferentes secuestros. También acentos, modismos y tonos de voz.

-Identificamos rápidamente si es un extorsionador de Aragua, de Santander, de Cali o de Medellín. El acento entre las regiones cambia mucho.

El momento que más lo reconforta, dice el policía, es cuando los familiares de un cautivo le agradecen el haberlo liberado. Incluso, el agradecimiento de las mismas víctimas. El otro es cuando junto a la Fiscalía se llega a identificar y detener, días después, a los miembros de la banda extorsiva.

Hassel Barrientos exponiendo en El Salvador, ante la Academia Internacional de la Aplicación de la Ley (ILEA). Foto: PDI.

Barrientos dice que ha participado, junto a Líder y Segundo, en más de 200 negociaciones por secuestros desde el caso Rizutti. Aprenden a diario, y dice estar orgulloso de su equipo. Él mismo ha salido a dar charlas al extranjero, en países como El Salvador, Colombia, Guatemala, Paraguay y Argentina. Incluso el mismo FBI los citó para exponer cómo abordan los secuestros.

Y eso es algo curioso, dice Barrientos.

-Cuando todo empezó, nosotros aprendíamos de la experiencia de secuestros en el extranjero. Pero ahora Chile es un país líder en el conocimiento de cómo desbaratar estas bandas. Eso nos llena de orgullo.

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