A veinte años del primer smartphone
Comenzaron como equipos experimentales para un mercado corporativo, pero hoy en Chile ya hay más smartphones que personas.
Pesaba más de medio kilo y medía más de 23 cm de largo. Su batería duraba sólo una hora, la pantalla era de un solo color y tan sólo tenía un MB de memoria. Sin embargo, pese a sus limitaciones, el IBM Simon Communicator, lanzado en agosto de 1994, es considerado el primer smartphone de la historia, aparato que 20 años después domina el mercado.
En esa época, la tecnología móvil se dividía entre la comunicación por teléfono y el uso de las primeras agendas digitales como la Palm o BlackBerry, que eran equipos que servían para anotar números, recordatorios, ver fechas y más, pero de manera digital. Ambos equipos eran complementarios, pero no se consideraban parte de la misma industria.
Simon fue el primer dispositivo que combinó estos dos productos: era un celular que, además, poseía una pantalla táctil en la cual la persona podía desde marcar un número telefónico, hasta utilizar las diferentes funciones del equipo, en cierta forma, tal como ocurre hoy en día con las aplicaciones de un iPhone o un equipo Android.
Eso sí, en esa época las aplicaciones no se descargaban de una tienda, sino que se cargaban directamente a través de tarjetas de memoria en el equipo. También los costos de estos programas estaban muy lejos de lo que se acostumbra hoy: mientras la mayoría de las apps disponibles son gratuitas o van con precios de uno a 10 dólares, una aplicación de control remoto para computadores costaban 3 mil dólares.
De hecho, el Simon podía escribir y revisar correos, pero para enviarlos y recibirlos, debía estar conectado a un computador con acceso a internet.
El producto, en rigor, no fue ningún éxito comercial: sólo se fabricaron 50 mil unidades, las que ni siquiera se vendieron en su totalidad. Los usuarios prefirieron seguir teniendo un celular y, paralelamente, una agenda electrónica.
De hecho, no fue hasta 1997 donde por primera vez se acuñó el término "smartphone", cuando Ericsson lanzó su modelo GS 88, conocido también como Penélope y que contaba con el formato que perduraría por más de una década: un teclado físico para escribir y una pantalla con los íconos y diversas funciones que tenía el aparato.
Un año antes, Nokia debutaba con un formato similar, el Nokia 9000 Communicator, mientras que BlackBerry adoptaba también el formato que por al menso 10 años lo mantendría en la cima, especialmente en el mercado corporativo.
En Chile, eso sí, los primeros modelos comenzaron a funcionar recién el año 2004, junto con el debut de la red de comunicación Edge, la primera que comienza a masificar el uso de datos móviles en el país.
En enero de 2007, Steve Jobs presentó el primer iPhone, un teléfono con pantalla táctil que permitía navegar por internet, escuchar música, hacer llamadas y usarlo como agenda de manera sencilla. A pesar de su éxito inicial, no fue hasta el 2008 cuando se lanzó el iPhone 3G que se comenzó a hablar de la segunda generación de los smartphones. El iPhone 3G no sólo introdujo una mayor velocidad de navegación, sino que también la tienda de aplicaciones, que es lo que actualmente define a un teléfono inteligente.
Tras él llegaron nuevos actores: Android, aliado a Google y Windows Phone, el sistema operativo de Microsoft, que comenzaron a apropiarse del mercado antes dominado por BlackBerry y Nokia.
En Chile, la adopción de estos equipos es total. Según un reporte de julio de 2014 (que considera datos de los tres primeros meses del año)de la consultora IDC, actualmente existe una penetración de 135% de smartphones en nuestro país, es decir, hay un teléfono y medio por cada habitante. Solo para este año se espera que se vendan 10,3 millones de equipos inteligentes, dos millones más de los que se vendieron el año pasado.
Todo esto, en parte, gracias a la baja del precio promedio de los nuevos equipos. Mientras en 2013 el precio promedio alcanzaba los 409 dólares, este año bajó a 239, lo que demuestra que los equipos de hoy no sólo están a años luz de la propuesta de IBM Simon, que costaba 1.100 dólares (en moneda de la época), sino que también a precios que permiten convertirlo más en una necesidad que en una novedad.
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