El Arsenal entraba a Wembley con la misión de salvar una pésima temporada. Y, quizás, convencer a Alexis de que se quede con un título que de poco sirve. El Chelsea, en tanto, más tranquilo. Con el título de la Premier, simplemente buscaba decorar una gran campaña.

Tras un respetuoso y emocionante homenaje a las víctimas del atentado en Manchester, empezó el partido. Como pocas veces, en los primeros minutos, los Gunners jugaron bien bajo presión. Gracias, otra vez, a Alexis. Se demoró cuatro minutos en plasmar el dominio de sus colores en el marcador.

El tocopillano robó una pelota en la salida de los Blues y marcó la apertura de la cuenta ante el achique de Curtois y el estorbo de Aaron Ramsey.

La intervención del británico hizo dudar al segundo guardalíneas, quien en primera instancia anuló el gol. El árbitro se acercó a conversar con él. Alexis esperaba en la esquina contraria para continuar con el festejo interrumpido. Diez segundos de deliberación y cambio de veredicto. Gol del Arsenal. El séptimo del Niño Maravilla en seis partidos jugados en Wembley. La tempranera ventaja envalentonó a los dirigidos por Wenger.

Los defensores de Conte tuvieron que sacar tres pelotas de la línea para que no aumentara su desventaja. Y empezaba la desesperación a cargo de Diego Costa. Primero, con una falta destemplada a Ramsey. Luego, en el segundo tiempo, con un alegato exagerado al arbitro por una pelota que, según él, no había salido (si salió).

Sánchez, por su parte, participaba en todas las facetas del juego: asistía, remataba, marcaba, corría. Estaba en todos lados, era el mejor de la cancha.

Su ayuda en labores defensivas se tuvo que intensificar cuando el Chelsea se fue decididamente en busca del empate. Incluso, una pelota que pierde él, casi acaba en gol de Moses, de no ser por David Ospina, otro de gran partido. Justamente el nigeriano simuló una falta en el área minutos más tarde. El árbitro le mostró su segunda amarilla y dejó en desventaja numérica a los Blues.

La situación llamaba a dudar del Arsenal, pues su currículum en momentos cúlmines que se le tornan favorables no es bueno.

Los Gunners, en tanto, empezaron a complicar de contra, pero Curtois también pasaba por una buena tarde. Demostraban jerarquía hasta que reaparecieron los fantasmas.

El desesperado Diego Costa recibió en el área ante una pasiva marca de la defensa y una reacción más débil aún de David Ospina. El nacionalizado español lograba el empate y, de paso, bajar las revoluciones.

Pero vino una sorpresiva muestra de jerarquía del equipo de Wenger. El francés estaba sentado y sin expresión en la cara cuando Giroud desbordó por la izquierda y sacó un centro que encontró a Ramsey y el 2-1. Dos minutos más tarde de la estocada de Costa. Los fantasmas desaparecieron rápidamente. Wenger respiró aliviado en la banca. Volvió la calma en el Arsenal y la desesperación en el Chelsea, que no pudo volver a generar peligro con ideas futbolísticas.

Sólo el empuje de Costa le permitió tener una chance clara. Ospina, sin embargo, la aprovechó para reivindicarse de sus pecados y decretar el triunfo del Arsenal. Cuarto título, y quizás el último en los Gunners, de Alexis, que salió ovacionado en los descuentos. Como si fuera una despedida.