En el estado de Chihuahua, al norte de México, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (Inah) lograron registrar cinco conjuntos de pinturas rupestres realizadas por los indios conchos, etnia que se extinguió hacia el siglo XIX.

Se trata de una serie de manifestaciones gráfico-rupestres de trazos sencillos, cuya antigüedad podría alcanzar los 700 años, de manera que correspondería a las etapas más tempranas de los conchos (1300 d. C.), cuando aún eran comunidades de cazadores-recolectores.

Con este hallazgo, "se incrementará el conocimiento de una de las etnias más numerosas e influyentes que habitó en el norte de México, la de los conchos, que llegó a tener una población cercana a los 50 mil individuos", destacó Arturo Guevara Sánchez, a cargo del registro.

LAS PINTURAS
En el fondo de la Cueva del Oso, que tiene entre 8 y 9 metros de profundidad, hay cinco conjuntos de pinturas rupestres, conformados a su vez por varios elementos, entre los que sobresalen figuras humanas (la mayoría del sexo masculino) y geométricas, además de representaciones de animales como oso, jabalí, aves y serpientes; la mayoría de las figuras están plasmadas a 1.60 m respecto al suelo de la cueva.

Las pinturas rupestres -que van de los 30 cm hasta un metro de longitud- fueron realizadas con pinceles sencillos e incluso con los dedos; presentan un color blanco amarillento procedente de algún pigmento natural, al cual debieron agregarle algún adhesivo orgánico, lo que permitió que perduraran en un sitio húmedo, comentó el arqueólogo Arturo Guevara.

Entre los conjuntos destaca el baño ritual de un chamán (personaje que sobresale de otras figuras humanas porque es un poco más grande), "momento que fue plasmado más de una vez en la pared rocosa de la cueva, y es la primera ocasión que se tiene registro de una escena de este tipo en la región.