Documental reflotará la peor tragedia naval del país

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Recreará el naufragio del vapor Itata, ocurrido en la Cuarta Región en 1922, en el que murieron 374 personas.




"El lunes 22 de agosto de 1922, cerca del medio día, el barco abandonó la apacible bahía de Coquimbo con destino a Caldera al mando del capitán y ex oficial de la Armada don Julio Caldera Araos. Expuesto mar afuera al fuerte viento sur que desde el día anterior arreciaba en el sector y lo hacía cabecear, repletos de pasajeros su cubierta y camarotes, cargado en exceso de bultos y ganado hasta cerca de la borda, oliente a establo y heno seco, en medio de una gran marejada y ligeramente inclinado a babor (sic), iba navegando el Itata rumbo hacia la muerte"...

El relato es parte del libro La catástrofe del Itata, escrito por un anónimo sobreviviente de la peor tragedia naval del país: el naufragio del Itata, ocurrido el 28 de agosto de 1922, en el que perecieron 374 de sus 400 pasajeros y tripulantes a la altura de Cruz Grande, en Punta de Choros, en el límite norte de la Cuarta Región.

A 95 años del desastre, un documental que lleva por título Itata, recreará la búsqueda del pecio y las dramáticas horas finales de los pasajeros del barco, el que será estrenado en octubre.

Biografía marina

La sinuosa historia del vapor se remonta al siglo XIX. El 5 de mayo de 1874, después de haber servido como barco mercante en la Sudamericana de Vapores, el remolcador fue arrendado al Ejército para oficiar como transporte de tropas y armamento en la Guerra del Pacífico.

El 2 de noviembre de 1879 participó en el primer desembarco anfibio orgánico en el mundo, de las tropas que más tarde izarían la bandera chilena en Alto Hospicio, en la parte alta de Pisagua, comandado por Patricio Lynch Zaldívar.

Durante el conflicto transportó 2.875 pasajeros en cámaras y 40.363 en su cubierta -según reporta un documento de la Armada- para luego ser devuelto a sus dueños.

En 1891 fue requisado por los congresistas en la Guerra Civil. Enviado a EE.UU. a buscar fusiles, en una confusa situación, fue incautado y retenido en San Diego, pero luego la Corte Suprema de EE.UU. dictaminó que la incautación había sido una medida abusiva del gobierno norteamericano. El 30 de septiembre de 1891 el buque y su cargamento fueron dejados en libertad, regresando a Chile. Una vez terminado el conflicto, nuevamente fue devuelto a sus dueños.

En 1918 fue vendido a la firma Bruna, Sampaio y Compañía y luego a la Compañía Nacional de Vapores (ex Etchegaray), que lo reconstruyó en 1920 en Valparaíso, sirviendo hasta su naufragio.

"El documental retrata el trabajo de registro y búsqueda que realicé junto a Ricardo Bordones sobre el naufragio", resume Carlos Cortés, biólogo marino de la U. Católica del Norte y uno de los realizadores del documental.

La cinta incluirá imágenes submarinas del lugar del hundimiento, testimonios de parientes de sobrevivientes, piezas de museo, entre otros materiales. "El eje narrativo es la búsqueda del barco en el mar", dice Cortés, quien añade que rastrear el lugar exacto del hundimiento del pecio demoró cerca de tres años y otros 10 años de investigación y gestiones.

Hasta hoy, nadie ha podido llegar hasta el barco, hundido en una zona de difícil acceso, y a unos 100 metros bajo el agua.

Por eso, en septiembre, con la ayuda de un Vehículo Operado Robóticamente (R.O.V), y el apoyo de la U. Católica del Norte, los documentalistas esperan lograr las primeras imágenes del Itata, que serán incluidas en el documental.

"Han sido años de trabajo en este proyecto que tiene aristas que van desde el ámbito cultural con la reedición del libro La Catástrofe del Itata (republicado en 2014) incluyendo toda la investigación que demandó su búsqueda", relata el realizador.

Futura película

Pero el proyecto es más ambicioso que sólo el documental. El equipo planea también la pre-producción de una película de ficción sobre el Itata y un proyecto de arqueología submarina "con el cual pretendemos hacer un rescate de objetos que permitan implementar un pequeño museo de sitio en la comuna de La Higuera o en Coquimbo, algún día" explica Cortés.

La larga búsqueda de los restos del barco

Una de las grandes incógnitas que relata el documental es la ubicación exacta del barco. Desde su hundimiento en 1922, nadie ha podido llegar hasta él.

Ya localizado gracias al trabajo de Carlos Cortés y Ricardo Bordones, los documentalistas se aprestan ahora a la misión más difícil de su investigación: llegar hasta el pecio.

Dada la profundidad a la que se encuentra -unos 100 metros- será imposible hacerlo con buzos.

"Nos encontramos próximos a hacer lo que creemos será la última búsqueda, ya que ahora contamos con la ubicación del Itata. En septiembre iremos a buscarlo junto a un equipo de la Armada, la U. Católica del Norte y la ONG Oceana. Esta última llevará un Vehículo Operado Robóticamente (R.O.V) para filmar el buque, el cual está hundido a más de 100 metros, a varias millas de la costa", explica Carlos Cortés.

Los investigadores esperan, que dada la profundidad, y por ende, la falta de oxígeno, restos del barco y muchos objetos y pertenencias de los pasajeros se encuentren en buenas condiciones.

Hecho histórico

Todo el proceso de búsqueda ha sido apoyado y financiado en parte por la U. Católica del Norte. "Como universidad hemos apoyado este proyecto desde su génesis, porque sentimos que hay una responsabilidad social de poner en valor un hecho histórico relevante para la Región de Coquimbo y el país", explica Luis Moncayo, secretario de vinculación con el medio de la U. Católica del Norte.

"Esperamos contribuir, desde el ámbito cultural y desde la investigación científica, a este proyecto que busca poner en valor nuestro patrimonio histórico e identidad", agrega Moncayo.

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