El cerebro detrás de Qué Pasó Ayer se pone serio con nueva película
Amigos de Armas, que se estrena hoy, es una comedia con giros dramáticos. Basada en una historia real, la cinta es protagonizada por Miles Teller, Jonah Hill y Bradley Cooper.
En 2011, la revista Rolling Stone publicó un extenso reportaje, titulado The Stoner Arms Dealers (cuya traducción sería Los traficantes de armas drogados). En este se detallaba como dos veinteañeros norteamericanos terminaron adjudicándose uno de los contratos armamentistas más importantes en la historia reciente del ejército norteamericano. Habiendo comenzado como proveedores de armas de pequeñas licitaciones realizadas por el Pentágono, la dupla se vio sobre exigida con la nueva labor, recurriendo a métodos ilegales para completarla, lo que eventualmente estalló en un escándalo que terminó con ambos enjuiciados, y con Estados Unidos replanteando todos sus contratos bélicos.
Como cualquier historia demasiado increíble (y algo ridícula) como para ser verdad, llamó la atención de Hollywood. Específicamente, del director y productor Todd Phillips, conocido por la trilogía de películas Qué pasó ayer. Asociándose con Bradley Cooper, el actor que lanzó a niveles de estrella gracias a su saga cómica, el cineasta llevó al cine la particular trama.
Para una historia que implicó estafas, traición y guerra, el proyecto puede parecer fuera del rango dramático del director. Por eso, Amigos de armas, que se estrena hoy en Chile, aborda la historia real de la única forma que Phillips podía: con ironía.
Negocios de la era Cheney
La cinta muestra como David Packouz (Miles Teller) un masajista fracasado que no logra dar con un proyecto que le permita alcanzar el Sueño Americano, se reúne tras años con su amigo de la infancia Efraim Diveroli (Jonah Hill). Mientras el primero no puede estar peor en términos profesionales, el segundo ostenta lujos y una confianza en sí mismo que su Packouz admira.
Cuando la novia de Packouz queda embarazada, Diveroli le ofrece sumarlo al secreto de su éxito: por meses, el joven ha incursionado en el mundo del tráfico de armas, primero revendiendo armamento decomisado por la policía a coleccionistas por internet, para luego pasar a proveer al ejército estadounidense con sus pedidos más pequeños, esos que los grandes abastecedores suelen ignorar y que el Pentágono permite a negocios menores hacerse cargo para evitar un monopolio. “Dios bendiga a los Estados Unidos de Dick Cheney”, dice en un momento Diveroli, en alusión al polémico vicepresidente de la presidencia de George W. Bush, férreo defensor de la guerra y el porte de armas.
Las cosas comienzan a crecer y a salirse progresivamente de control, incluyendo un viaje en camión por el desierto iraquí para entregar unas pistolas -uno de los hechos totalmente ficticios de la cinta- y negocios con un peligroso proveedor (Cooper), además de la relación cada vez más conflictiva entre ambos amigos, con Packouz mostrándose reacio a los métodos poco éticos (y al borde de la sicopatía) de su compañero.
Con dos primeros tercios dedicados fundamentalmente a los aspectos humorísticos de la extravagante historia, el tramo final, centrado en la caída de ambos personajes, muestra una incursión inédita de su director en el drama. Amigos de armas es la primera cinta de Phillips tras terminar la trilogía de Qué pasó ayer con una última cinta que defraudó en crítica y taquilla.
Su giro hacia una historia más “seria” no estuvo exento de problemas. Si bien la producción contó con la colaboración de Packouz -que tiene un cameo en una escena-, su compañero no se lo tomó tan bien. Diveroli demandó sin éxito a Warner Bros. para intentar evitar el estreno de la película, argumentando apropiación ilegal de su imagen e historia de vida, asegurando que el director se robó la historia de un manuscrito que él mismo había realizado. El alegato no tuvo consecuencias, por la cantidad de elementos ficticios que incorpora la cinta. Diveroli también se negó a reunirse con Jonah Hill para discutir el personaje.
La crítica se ha visto dividida con la cinta, con medios como Variety asegurando que “la película marca un giro clave para Phillips, siendo su primera historia adulta. Y lo hace con muchas risas, pero que están arraigadas en la realidad del miedo”, mientras que los comentarios negativos acusaron al director de tomarse con ligereza un asunto grave. “Se mantiene alejada de las temáticas que trata, dejando la caída de los personajes sin peso”, aseguró el Washington Post.
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