Histórico

El monstruo de la "Quinta"

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Señor director:

Parece que Max Colodro en una columna publicada el domingo y la frase de Patricio Walker: "un senador no es caja de resonancia de los movimientos sociales", desean establecer un nuevo concepto de "ego-democracia", donde los elegidos responden a sus convicciones y estados lumínicos y no a quienes dicen representar.

Lamenta Colodro que la política esté sometida a los dictados de la calle. ¿Acaso la clase política no se vanagloria de escuchar y ser la voz de los ciudadanos y sus demandas? Ahora ellos son "el monstruo de la quinta", a quienes hay que desoír porque deliran.

Lamentablemente, nuestra democracia no permite que un ciudadano pueda optar a una elección sin tener que someterse a trabas infinitas, ni existe la posibilidad de que millones de firmas propongan leyes a discutir. ¿Qué queda entonces? La  calle; sin ella no se hablaría de educación, ni se cerrarían fábricas contaminantes.

Las expectativas de la gente se estrellan siempre contra la dura realidad, afirma el columnista. La política no es cambiar los defectos de la realidad, sino al menos permitir a los habitantes de un territorio conducirse por decisiones mayoritarias, y no a través de las iluminadas convicciones de sus representantes. Ambos establecen un argumento preocupante para el motor de la democracia, que desde Rousseau sostiene que el poder político reside en el pueblo.

Ramón Griffero

Sociólogo

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