Histórico

El planeta de las primarias

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DICE SAINT-EXUPÉRY que El Principito llegó a un planeta en que había un farolero que prendía y apagaba un farol. Extrañado, el pequeño viajero le preguntó por qué lo hacía, a lo que el hombre le respondió: "es la consigna". ¿Cuántas veces nos convertimos en prisioneros de costumbres o convicciones que perviven mucho más allá de las circunstancias que las originaron? Nadie se acuerda de la causa que las justificó, pero sobreviven porque se transformaron en dogmas vacíos a los que, igual que el farolero, seguimos pegados sin capacidad de cuestionarlos.

Algo de esto ocurre con el mecanismo de primarias presidenciales. En el oficialismo se discute y especula si el ex Presidente Lagos irá o no a primarias. ME-O lo desafía y otros arguyen que por su carácter las evitará. Algo más o menos equivalente sucede en la Alianza: el senador Ossandón desafía al ex Presidente Piñera y presume de su fortaleza para derrotarlo en la primaria. También a él se le cuestiona si estará disponible para ellas. En general, sólo plantear un escenario presidencial sin primarias parece una herejía merecedora de las llamas purificadoras de la pira. El farolero diría: es la consigna. 

Estimado lector, lo invito a que hagamos un esfuerzo por cometer la herejía y cuestionar la consigna. Es verdad que las primarias son un mecanismo imprescindible para evitar que las cúpulas de los partidos capturen el acceso a los cargos de elección popular; además, son esenciales para maximizar las posibilidades electorales en aquellos casos en que la división de un sector en distintas candidaturas le resta competitividad y, por ende, muchas veces son también un deber de lealtad con el grupo de pertenencia. Así, por ejemplo, no logro escuchar un argumento que me convenza para rechazar las primarias para la nominación de candidatos a alcalde, puesto que se trata de una elección bajo sistema uninominal, en única vuelta, en que la división es fatal. Lo vivió la Alianza en Recoleta el 2012.

Pero la elección presidencial es completamente diferente: se realiza bajo un sistema de dos vueltas (ballotage), y ahora la elección parlamentaria no se hará bajo sistema binominal, vale decir, las listas llevarán más de dos candidatos, de forma tal que no se produce el mismo efecto de identificación por partido entre postulantes al Congreso y a la Presidencia como era antes. Además, en el caso de la oposición, después de su paso por la primera magistratura, el ex Presidente Piñera se convirtió en una figura transversal en sus afectos y en sus desafectos, de manera que en una primera vuelta es muy probable que tendría apoyos transversales, como también los tendría una eventual candidatura del Senador Ossandón, que recibiría la adhesión de los decepcionados de Piñera.

El gasto es otra razón para aprovechar la primera vuelta. Es lógico pensar que el financiamiento va a ser muy escaso: ¿para qué agregar una elección más al proceso?

El Principito llegó a un planeta en que sus habitantes eran chilenos y hacían primarias para todo: primarias de un solo candidato, con menos candidatos que cargos, sin candidatos. El Principito les preguntó por qué lo hacían y los chilenos respondieron: es la consigna.

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