A principios del año pasado, Marco Antonio Astudillo pasaba por un momento de incertidumbre en su vida. Sentía que las oportunidades que había en Chile para proyectarse como entrenador de tenis de mesa de nivel mundial eran prácticamente nulas. Con 27 años en ese entonces, estudiaba ciencias del deporte y actividad física en la Universidad Santo Tomás y repartía su tiempo trabajando con menores en comunas como Puente Alto, Independencia y Macul, con los que logró interesantes resultados a nivel nacional y sudamericano. Sin embargo, necesitaba dar un salto mayor, aunque no sabía cómo hacerlo.

Mientras estaba en esa disyuntiva, decidió contactar a Alberto Ammann, coach peruano de origen austríaco y gerente del prestigioso centro deportivo Tt Zentrum Eilenburg, en Leipzig, Alemania. "Lo agregué a Facebook y empecé a pedirle consejos para ser un mejor técnico. Me dijo que para ser bueno tenía que irme a Europa", cuenta Marco. También le echó una mano su amigo, el campeón nacional Felipe Olivares, quien entrena ahí. "Alberto le preguntó a Felipe por mí y él sabía cómo yo trabajaba, así es que le dio su opinión. Luego, me invitó a su centro", relata.

La idea revolucionó su vida, así es que se dedicó a juntar recursos para cumplir este sueño. Su familia y los vecinos de la Villa Los Cántaros de Puente Alto lo ayudaron en este propósito. "Hicimos completadas y bingos para juntar el dinero de los pasajes. Llegué allá el 19 de julio de 2013", comenta.

Una vez en el Viejo Continente, Astudillo fue becado como ayudante técnico e, incluso, esta garantía se extendió a dos de sus mejores alumnos: Nicolás Burgos, campeón nacional Sub 13 y Sub 15, y Gustavo Castillo, monarca nacional Sub 13 por equipos. Ambos, además, son medallistas sudamericanos. Las dos figuras entrenaron un par de meses y regresaron a Chile con su técnico, a fines de mayo de este año.

Decisiones

El desempeño de Astudillo fue muy bien evaluado por Ammann, quien no dudó en contratarlo como entrenador. Así, desde el 25 de julio de este año, forma parte del staff del Tt Zentrum Eilenburg. Sin embargo, debió tomar duras decisiones. "Lo dejé todo: terminé con mi pareja de hace tres años, congelé mis estudios universitarios… No me arrepiento, porque esta oportunidad es única y tenía que aprovecharla", confiesa.

Sus objetivos son claros: "Me vine con las ganas de aprender y mi meta es ser un entrenador a nivel mundial. Quiero tener las licencias como entrenador alemán y sueño con ser técnico de la Bundesliga y hacer historia. Alemania es la segunda potencia mundial y tiene 500 ligas, a diferencia de Chile, que tiene una y no es profesional. Además, acá no hay envidia".

Para hacer realidad su sueño, el joven adiestrador tiene que cumplir con diversos requisitos, entre ellos dominar el idioma. "En el centro se habla inglés y español y estoy estudiando alemán. Actualmente, por permanecer un año, estoy tramitando la licencia C. Cuando la obtenga, necesitaré medio año más y aprender bien el idioma para lograr la B. Mientras que la A se consigue con un año más de trabajo. Luego, se necesitan otros tres más de experiencia para poder dirigir en la Bundesliga", explica.

Por otra parte, sus pupilos siguen dándole alegrías. De hecho, Nicolás Burgos (quien se radicó en Leipzig, mientras que Gustavo Castillo viaja el 26 de diciembre) obtuvo el tercer lugar en un certamen internacional en Düsseldorf, en el que participaron tenimesistas de 14 países, incluido China, el gran gigante de este deporte. "Nicolás perdió en semifinales 11-9 en el último set con el campeón". Gracias a su actuación, el club lo invitó a ver la Copa del Mundo, que se disputó en esa ciudad, y donde él y su entrenador pudieron compartir con el campeón olímpico y doble monarca mundial, Zhang Jike. Algo que Astudillo jamás imaginó un par de años antes, cuando empezó con cuatro alumnos en su natal Puente Alto.