Histórico

Essaouira, Marruecos Música para volar

La próxima semana se lleva a cabo en este balneario marroquí el "Festival Gnaoua y Músicas del Mundo", principal encuentro multicultural de Africa, que cada año atrae a miles de personas.<br>

SABES DÓNDE está la casa de Jimi Hendrix?". "Sí, pero hay que ir en camello", responde el tipo con sus pañuelos al cuello y apunta a unos dromedarios en la extensa y ventosa playa de arenas suaves como las del desierto. Y luego comienza la ancestral y divertida dinámica marroquí del regateo para definir el precio y los dirhams a pagar, un tira y afloja que puede seguir hasta la eternidad o hasta que uno de los dos se canse, lo que suceda primero. El precio es acordado, subimos a los camellos y en un tranquilo vaivén avanzamos junto al Atlántico, con el viento en la cara y jugando a ser exploradores del Sahara. Porque el mito dice que el mismísimo Hendrix pasó por este balneario situado a 170 km (o tres horas en autobús) de Marrakech. De hecho, una de sus canciones, Castles made of sand ("castillos hechos de arena") hace referencia a las ruinas donde vamos y donde Hendrix, supuestamente, habitó durante algunos meses a fines de los 60, cuando el hipismo incluyó a Marruecos, y a Essaouira específicamente, como una de sus estaciones alrededor del mundo. Pero no sólo vino él, sino que también los Rolling Stones y Bob Dylan pasaron por aquí en busca de la especial atmósfera de este lugar.

La música está por todos lados. En sus callecitas encajonadas de gastadas fachadas de azul y blanco, donde pasan hombres, muchos hombres raudos, y las pocas mujeres a cara descubierta son europeas. En las playas donde, una vez más, los treinta y pico grados se ensañan con los negros velos que de pie a cabeza tapan a algunas mujeres musulmanas y los hombres miran con deseo a las turistas que toman sol en bikini, conforme algunos vendedores ofrecen -como si fuesen palmeras o pan de huevo- galletas de marihuana y hachís. El olor de este último se mezcla por varios rincones con el del mar, el té con menta y a veces del narguile, pipas árabes y su tabaco perfumado. La música brota desde una radio a pilas, de un señor que vende los más delicados pasteles en un carrito callejero, dulce sabor que no podrá olvidar por numerosas cuadras, como el de las patelas (o pastillas), especie de empanadas de hojaldre con almendra, pollo y perejil. La música aparece en otra radio, en una tiendita de CD del centro histórico -declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad-, que hace bailar a una colombiana como si escuchase cumbia, y no hay mejor ejemplo para entender las conexiones rítmicas de la música africana en todo el mundo, cuya diáspora encarnada en el tráfico de esclavos hacia América permite que la colombiana siga bailando como si estuviese en Barranquilla.

La música es el motivo principal por el que cada año a fines de junio se reúnen miles de personas durante cuatro días para disfrutar de la música gnawa (o gnaoua) y sus hipnóticos beats (y de la -mal llamada- world music). Gnawa es el nombre que reciben en Marruecos y otros lugares del Mágreb los integrantes de las cofradías místicas musulmanas venidas del subsahara, con sus característicos cantos, danzas y rituales que los introducen en un trance místico. Es, guardando las distancias, algo así como el gospel marroquí. Y se interpreta con unas castañuelas metálicas llamadas qraqebs, el guembri, un instrumento de tres cuerdas y sonido de bajo, y el tbel, tambor que se toca con un palo. Durante estos días las calles se llenan de colores, fiesta y cerca de 280 artistas que en los cinco escenarios de este año esperan congregar a 400 mil personas, y donde la indiscutida estrella es "la voz dorada de Africa", el maliense Salif Keita.

Pero este especial punto del norte del continente negro, cuyos antecedentes históricos se remontan hacia el siglo VII a.C., y por donde han pasado desde griegos y romanos hasta portugueses, no sólo destaca por la música. En las calles fortificadas de su medina -o casco viejo-, con sus calles de carácter cuadricular (el nombre original de la ciudad es As-Sawira, que significa "la bien trazada") existen muchas tiendas de artesanía, fina ebanistería y pequeñas galerías de pintores, que mezclan a la perfección con el constante chillido de las gaviotas y el trajinar de pescadores que se dirigen al puerto.

Tras comer por pocos dirhams un excelente pescado a las brasas en el mercado, precio que también fue acordado con el ya antes mencionado tira y afloja (acostúmbrese), hacemos como los pescadores y vamos camino al puerto al que se ingresa por la neoclásica Puerta de la Marina (1769), muy cerca de donde los niños juegan al campeonato mundial de clavados. Y la anaranjada tarde se va entre las redes, los botes azules y un nuevo té con menta (el quinto del día) en la terraza de Casa Vera, clásico "café" de la plaza Moulay Hassan. Y la estrella verde de una roja bandera marroquí cercana no para de moverse con el incesante viento como si bailara aquella hermosa música, hipnótica y capaz de elevarte como en sueño.

Guía

COMO LLEGAR
Essaouira es un destino asociado al viaje que se hace a Marrakech.
El balneario se sitúa a tres horas en bus.
Un pasaje desde España a Marruecos puede costar 30 euros vía Ryanair. www.ryanair.com.

TIPS
Dormir:
para mochileros, la mejor opción es Essaouira Hostel.
Para otros presupuestos, el Riad Remy o Madama mogodor.
Festival: www.festival-gnaoua.net.

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