Gus van Sant: "Milk tuvo que luchar contra la homofobia como contra los propios gays"
Milk: Un hombre, una revolución, una esperanza, ganó dos Oscar (mejor actor y mejor guión), se estrena la próxima semana y Van Sant explica los ejes en que sitúa su trabajo.

Nadie discute la posición de Gus van Sant (Kentucky, 1952) como uno de los cineastas más importantes del momento. Ganador de una Palma de Oro en Cannes por Elephant (2003) y el premio especial del 60 aniversario del Festival por Paranoid Park (2007), Van Sant es autor de filmes tan destacados como Drugstore cowboy (1989) y Mi mundo privado (1991). Ahora se revela con deslumbrante maestría en Milk, que se estrena el jueves en Chile.
En esta cinta, que entregó un Oscar a Sean Penn y otro al guionista Dustin Lance Black, se rinde un sentido homenaje a Harvey Milk, el primer político abiertamente gay elegido para un cargo público en los Estados Unidos.
"No me enteré de la existencia de Harvey Milk hasta el día que lo mataron", dice el cineasta. Aunque Van Sant nunca ha ocultado su homosexualidad, precisa que en 1978 estaba "totalmente fuera de la comunidad gay". El descubrimiento del personaje vino después: "En realidad, no comencé a interesarme por él hasta que vi en 1984 un documental sobre su figura, Los tiempos de Harvey Milk. Lo que más me fascinó de su historia fue cómo supo enfrentarse a todo el establishment para meterse en política. En aquella época los gays poderosos creían que la forma de cambiar las cosas era introduciéndose en el sistema sin hacer ruido", dice Van Sant sobre el concejal demócrata de San Francisco asesinado por su correligionario municipal Dan White en 1978.
Y el cineasta agrega: "La novedad que introdujo Milk fue presentarse a las elecciones sin ocultar su sexualidad. Todos pensaron que estaba loco y tuvo que luchar muy duro, no sólo contra la homofobia sino también contra sus iguales. La suya fue una batalla larga y, cuando finalmente ganó, lanzó un mensaje muy positivo en todo el país".
DE NUEVA YORK A SAN FRANCISCO
Sean Penn logra captar la esencia de un hombre para quien la "verdadera" vida comienza cuando cumple los 40 y conoce en una estación de metro al que será su compañero los próximos años, Scott Smith (James Franco). Las aceras de Nueva York son sustituidas por las colinas de San Francisco y Milk comienza a batallar por su candidatura como concejal de San Francisco.
"La película podría haber empezado mucho antes, pero hubiera sido demasiado larga. Efectivamente, vemos un cambio muy radical y muy pronunciado en Milk, quien pasa de analista de Wall Street a activista en poco tiempo. En realidad, Milk ya estuvo un par de años, entre 1968 y 1970, en San Francisco antes de regresar a Nueva York. Allí vivió el hippismo de primera mano, participó en el montaje del musical Hair y tuvo experiencias muy apartadas de la vida convencional que había llevado hasta entonces. Milk es un hijo de la contracultura de los años 60. Es un representante paradigmático de su generación".
El guión es el elemento clave para Van Sant: "No me gusta que los guiones sean demasiado precisos. La libertad del director es fundamental en todos los casos. Mis películas más experimentales ya partían de guiones experimentales".
Capaz de trabajar hábilmente en la industria (En busca del destino, con Sean Connery) y en el circuito independiente (Elephant apenas costó tres millones de dólares), Van Sant da su diagnóstico sobre el cine norteamericano actual: "Creo que el verdadero arte siempre logra salir adelante. Ahora Hollywood está sufriendo una evidente crisis de ideas, pero entonces surge una cadena como HBO y el verdadero cine vuelve a salir adelante. No es importante que las películas cuesten 20 ó 100 millones de dólares sino el alma con la que están hechas, y en mi país sigue habiendo filmes con alma".
Aquel optimismo también tiñe su visión sobre la actual situación de la comunidad gay en EE.UU.: "No creo que vivamos tiempos especialmente intolerantes. Detecto en las nuevas generaciones una actitud muy abierta".
De hecho, Van Sant no es de los que crea que los años retratados en la película, los 70, sean mejores que los actuales: "No me gusta la nostalgia, me parece un recurso muy fácil. Con la elección de Obama hemos visto un gran compromiso de muchos jóvenes con su país. No vivimos tiempos peores".
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