La escuadra de Toronto
Entre los 303 deportistas nacionales en Canadá, doce miembros del Ejército de Chile representan los colores del país y la institución. Ésta es particular historia.
Para el Ejército de Chile, la paz no se construye solamente en uniformes militares y las victorias no ocurren excluivamente en campos de batalla. “Siempre Vencedor, Jamás Vencido”, dice el enfático lema de una institución que entrena el tiro que hiere y el que acierta una diana en competencias deportivas.
En estos Juegos Panamericanos se repite la tradicional participación de uniformados nacionales en el certamen, desde la primera edición, de 1951, en Buenos Aires.
Doce miembros del Ejército llegaron a Toronto en cinco disciplinas. El cabo Rafael Romo perdió en el repechaje del bronce en el judo de menos de 90 kilos, cuatro jinetes competirán en la equitación, tres uniformados mostrarán sus habilidades en el tiro (entre ellos, Anyelo Parada terminó sexto en el rifle de aire 10 metros), y uno correrá en la pista atlética canadiense. Curiosamente, el esgrimista del grupo es profesor civil y dos atletas son empleados de la institución.
Ninguno de ellos ha llevado una medalla panamericana al cuello, y las principales esperanzas de la institución están puestas en los deportes ecuestres. La mayor fuente de glorias competitivas de los uniformados ha sumado medallas en Mundiales Ecuestres Militares y registra el único recórd mundial vigente de Chile. En 1949, el coronel Alberto Larraguibel saltó 2,47 metros al lomo de Huaso y sigue intocable en los registros.
El teniente coronel Sergio Iturriaga, campeón mundial de la prueba de saltos en el Mundial Militar Ecuestre de 2001 y representante nacional en los Juegos Olímpicos de Pekín, en 2008, participará en su tercera edición de Panamericanos y es uno de los nombres del Ejército en el certamen, en la prueba completa.
En su día a día, Iturriaga es oficial del regimiento Granaderos, acuartelado en Quillota, y comandante del grupo de escolta presidencial. Los caballos están presentes incluso en su trabajo, pues supervisa la enseñanza y técnicas de montura de uniformados.
“Practico una hora en el intervalo de almuerzo y dos después del trabajo, de 18 a 20 horas, siete días a la semana. Es la única forma de compatibilizar ambas ocupaciones. Pero el Ejército me apoya, pues todos los recursos para desarrollarme son de la institución”, plantea el jinete.
De hecho, asegura nunca haber pensado en abandonar su intensa rutina: “Esto ya es parte de mi vida profesional. Además, cuento con el apoyo de mi familia y la institución. Es una tremenda oportunidad representar al país y al Ejército. Por eso, me enorgullece aún más competir por Chile”.
Según el coronel Patricio Opazo, jefe del Centro de Alto Rendimiento del organismo, el Ejército cuenta con 81 seleccionados de élite entrenando en cinco escuelas. Éstas abarcan deportes como equitación, paracaidismo deportivo, triatlón, judo, taekwondo, tiro, esgrima, escalada, biatlón (esquí cross country y rifle), entre otros.
Además, las escuelas estimulan nuevos talentos. Ése es el caso del cabo Leslie Encina, competidor de la carrera de 10 mil metros, que está liberado de guardias. “Entré al Ejército sin historial competitivo, pero en 2004 descubrieron mi habilidad. Hoy sólo me dedico a entrenar, cuatro o cinco horas al día”, cuenta el atleta, quien terminó cuarto en los 10 mil metros del Odesur, su primera participación en la categoría tras años en los 1.500 metros.
Ahora, ve Toronto como preparación para el Maratón de Frankfurt y un cupo a esa carrera en los Juegos de Rio. Encina apunta alto, pues sabe que el deporte también es importante para la seguridad nacional.
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