Lección de emprendimiento e innovación
<font face="tahoma, arial, helvetica, sans-serif" size="3"><span style="font-size: 12px;">A quienes dudaban de nuestras capacidades para competir a nivel global, el rescate y todo lo que ha significado les demuestran su error.</span></font>

EL EXITOSO rescate de los 33 mineros nos ha llenado a todos de orgullo por la forma en que fue conducido el proceso, por la convicción con que se actuó y por el compromiso asumido con el trabajo bien hecho. Una sincronización perfecta, acompañada de un espíritu emprendedor que fue el denominador común que mostraron todos quienes participaron en esta riesgosa aventura. Más allá de las lecciones inmediatas que haya que sacar para evitar que situaciones de este tipo se repitan, de este episodio surgen también enseñanzas que son de gran importancia para proyectar el Chile que estamos construyendo: cuando hay voluntad de emprender y capacidad de innovar, en un ambiente de unidad de propósitos, se pueden alcanzar grandes metas.
Lo que se consigue a través del emprendimiento y la innovación es juntar una idea con la necesidad de resolver un problema efectivo. Y cuando el proceso se lleva a cabo siguiendo patrones de eficiencia y de resguardo -agregando a ello una dosis de audacia-, la probabilidad de lograr un resultado favorable es elevada. Esta virtuosa combinación es la que ha permitido los grandes avances tecnológicos de la historia, que, a través de la producción de bienes y servicios diseminados a través del mercado, han mejorado la calidad de vida de miles de millones de personas y le han permitido a un selecto grupo de países cruzar el umbral del desarrollo.
La epopeya del rescate de los 33 mineros constituye una versión químicamente pura de una fusión de creatividad, necesidad, calidad y eficiencia. La incertidumbre inicial acerca de la situación en que estaban los trabajadores dio origen a la necesidad de encontrarlos, y ello luego dio paso a la urgencia de tener que llegar a ellos cuanto antes para proveerles alimentación y los cuidados básicos, todo lo cual culminó con el esfuerzo de construir un ducto por el cual habrían de ser sacados del fondo de la mina. Con estos propósitos se conjugaron equipos de trabajo de clase mundial, una gran capacidad de adaptación de la tecnología existente a una necesidad muy particular y mucha creatividad. Especial mención habría que hacer del pequeño empresario Pedro Gallo, quien en forma bastante artesanal y con recursos básicos ideó y diseñó un "teléfono" que permitió establecer comunicación con los mineros en las horas más difíciles.
Lo que se ha obtenido luego de este episodio trasciende por mucho el alcance que significa haber logrado un rescate exitoso. Lo que subyace es la capacidad de alcanzar grandes metas cuando los sectores público y privado trabajan en conjunto, cuando trabajadores y empresarios alinean sus objetivos, y cuando se crean los espacios para el emprendimiento y la innovación. No es casualidad que muchos medios e importantes referentes de la prensa internacional se hayan hecho eco de este punto y resalten la potencialidad de Chile en el contexto mundial.
Si algunos tenían dudas acerca de nuestras capacidades para competir globalmente, el rescate y todo lo que ha significado demuestran que estaban equivocados. Sabemos que somos capaces de lograr grandes cosas cuando nos proponemos un objetivo común y cuando creamos espacios para el emprendimiento y la innovación.
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