En la provincia francesa de Aix-En-Provence hay una localidad que es conocida como "el campo de Cézanne". En el siglo XIX, el terreno era propiedad de la familia del pintor Paul Cézanne, y allí el artista retrató en varias ocasiones la montaña Sainte Victoire, que se levantaba en el horizonte.

Uno de los primeros, de 1880, inmortaliza un paisaje que hoy está en peligro: según un plan del Presidente francés, Nicolas Sarkozy, un tren de alta velocidad que uniría Aix con Niza debería dividir en dos el conocido valle.

Ante las posibilidades de arruinar un paisaje que ha sido conservado tal como en las pinturas desde hace más de dos siglos, han comenzado a aparecer las protestas, encabezadas por el bisnieto del pintor, Philippe Cézanne.

Miles de protestantes, entre productores de vino y políticos locales, se han reunido en la zona para manifestarse contra una transformación que el mismo pintor, nacido en esa zona, reprocharía. Entre gritos ("¡despierta, Cézanne, todos han enloquecido!"), los manifestantes recuerdan que el artista retrató el paisaje, inicialmente, para mostrar el cambio que ocurriría con la instalación de una línea de trenes que uniría Aix con Rognac. Primero, Cézanne pintó al paisaje tal como estaba, con la montaña en el horizonte. En 1880, volvería al mismo lugar, esta vez con el entonces nuevo tren en funcionamiento.

Desde la muerte del pintor en 1906, esos paisajes han aumentado tanto su valor, que la zona ha sido conservada tal cual. Tanto así, que en los años 50 una protesta encabezada por el nieto de Cézanne impidió que el camino que rodea la montaña fuera adaptado para automóviles. Es el mismo espíritu que mueve al último de la línea Cézanne: "Hoy vivimos en la modernidad, pero en este caso tiene que haber otra solución", insiste.