Pinilla: Entre gritar gol o agarrarlo a garabatos
Lo describen como un hiperactivo de una personalidad muy fuerte, pero al mismo tiempo es considerado como una opción que Juan Antonio Pizzi no puede desaprovechar en su ataque.

Nunca pasó inadvertido. Su estatura, su carácter y sus goles lo hicieron sobresalir desde pequeño, desde que fue llamado a tomar la posta de la dupla Zamorano-Salas. Pero jamás tuvo a todos de su parte. Sus goles ante Venezuela alimentan el debate, esa sensación de dualidad. Hay quienes creen que Mauricio Pinilla está recuperando el tiempo perdido, pero también quienes interpretan su doblete ante la Vinotinto como un chispazo de luz en una carrera plagada de claroscuros.
Pero es necesario remontarse al punto de partida para poder entender su largo y errático peregrinaje posterior. "Hace muchos años, se jugaba un campeonato de escuelas de fútbol a nivel ANFP y Mauricio jugaba en Magallanes. En el partido contra la U, la U le hizo 23-0. Y yo veía la cara que él ponía con cada gol, que se quería morir, el carácter que tenía porque no le gustaba perder, y la forma de caminar, y al terminar el partido dije: 'quiero a éste; hay que inscribirlo, no hace falta probarlo", explica César Vaccia, quien vivió muy de cerca los primeros pasos del jugador.
"Recuerdo un día, con 11 ó 12 años, en un partido con la U que perdíamos 2-0 contra Unión Española, que yo llegué muy enfadado a camarines. Y me puse a gritar allí y él levantaba el dedo pidiendo la palabra. Cuando se la di, me dijo: 'tranquilo, profe, que Pinigol le va a hacer tres goles ahora'. Hizo cuatro. Tenía una personalidad tremenda. Estaba claro que si no lo atropellaba un camión iba a llegar a ser futbolista profesional", agrega el ex técnico laico, antes de asegurar que hoy el ariete ha alcanzado la madurez.
"Lo está demostrando en la Selección. Esperó, esperó y esperó. Y nunca lo escuché quejarse. Ahora está hablando con hechos, no con palabras", añade.
Patricio Mardones también lo conoce muy bien. Lo dirigió desde la sub 13 hasta el primer equipo, donde era el ayudante técnico de la U de Víctor Hugo Castañeda: "Donde más se complicó fue en la 17 y sub 19. Por ahí no perdió el interés, pero empezó a vivir la etapa de la juventud muy intensamente. Le costó adaptarse a que el fútbol iba a ser su profesión, lo que requería cierto esfuerzo, cierto trabajo para dedicarse 100%. Era bueno para entrenar, pero en un momento de su desarrollo le costó el asociar la juventud con la exigencia que estaba tomando en el profesionalismo", cuenta el Pato.
El 10 de marzo de 2002, Pinilla debutó en la U en una victoria por 3-2 sobre Huachipato. Y el 30 de marzo de 2003, Juvenal Olmos lo hizo estrenarse en la selección en un amistoso contra Perú, en el que el ariete marcó el 2-0 final: "Cuando arrancó en la U lo invitamos a almorzar a Pinto Durán. Me gustó altiro. Habló una hora de distintos temas. Juega con Perú, y pienso: 'éste es'. Pero me parece que andaba con sus ojos muy abiertos para cosas extra cancha y no pudo focalizar su carrera".
El primer DT de Pinilla en la Roja tiene historias para evidenciar su rebeldía: "Una vez lo multé. Estábamos en la noche previa a un partido, a las 12 de la noche llegó Óscar Wirth a golpear mi pieza. Estaba lleno de humo blanco. Wirth cuenta que Pinilla encontró un extintor y le echó a todas las piezas. Al otro día le dije que todo tenía su precio, y en ese momento creo que lo hice pagar un asado de 300 lucas. La otra fue en Venezuela, cuando hace ese famoso gol. Le dije que se cuidara de una amarilla, ya que tenía una y después jugábamos contra Brasil. Si le ponían una por alguna jugada, obviamente pasaba, pero recalqué que no fuera por una tontera. Hace el gol y se pone el pantalón en la cabeza. No sabíamos si gritar el gol o agarrarlo a chuchadas. Sabía en ese entonces que a Brasil le podíamos ganar por arriba, y ganamos muchos cabezazos".
En ese tiempo, Pinigol ya iniciaba por su danza de equipos. Entre ellos, el Celta, donde se topó con Pablo Contreras. Alguien que lo conoce en las buenas y en las malas: "Es inevitable que todo lo vivido no le haya afectado a su carrera en algún momento. Todos los problemas emocionales que tú pasas, te afectan. Y Mauricio ha vivido de todo. No siempre va a marcar, porque el nivel es muy exigente, pero es un jugador imprescindible por todo lo que genera. Es un tipo muy carismático, que tiene muy buena relación con todos los jugadores del plantel. Son necesarios ese tipo de jugadores en una Selección".
El retorno a Chile en 2007, probablemente, fue su momento más desatado. O más extraviado del fútbol. Jugó poco y nada en la U, y fue más noticia por la farándula que en la cancha. "Él en esa época estaba atravesando algún problema personal. Sufría de pánico. Como club intentamos apoyarlo en todo lo que pudimos, porque no había llegado bien ni físicamente ni sicológicamente. Yo lo veía ya en aquella época, en la que no estaba pasando por su mejor momento, como un jugador de fútbol de una dimensión muy grande. No digo un crack como Messi, pero sí un delantero espectacular. Es uno de esos jugadores que te transmiten la sensación de que son la solución que buscas", afirma Salvador Capitano, ex técnico de los azules.
Grosetto, de la serie B italiana, fue el lugar donde pudo explotar sus condiciones. Sin embargo, no convenció a Marcelo Bielsa para ser considerado de cara a Sudáfrica 2010. Borghi fue el artífice de su regreso a la Roja, pero ni con él ni con Sampaoli disfrutó del protagonismo que tanto ansiaba. Ahora Pizzi, un goleador de raza, parece decidido a otorgárselo.
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