El Laguna III no es el modelo tope de gama de Renault, pero sí es su ícono en diseño y tecnología, y el que marca los patrones de los futuros modelos de la firma del rombo. Así, al menos ha sido descrito por Carlos Ghosn, presidente de la compañía.

Hace seis meses llegó a Chile con una primera versión equipada con motor diésel 2.0 de 150 caballos y terminaciones Expression ($ 12.890.000), y más tarde se sumaron dos motores gasolineros, también de dos litros. El primero es de 140 Hp y se acompaña de una caja mecánica ($ 12.990.000), y el segundo está sobrealimentado por un turbo para erogar 170 caballos, y está adosado a una transmisión automática de seis velocidades. Su valor se eleva a $ 15.690.000.

Precisamente, escogimos esta última versión para corroborar si el Laguna III bencinero se mueve tan bien como el diésel testeado en 2008.

Por lo pronto, hay que decir que el motor F4Rt es una de las plantas más modernas y eficientes que tiene Renault en su gama de pasajeros. Su funcionamiento es plenamente satisfactorio, ya que ofrece la respuesta adecuada a las necesidades en cualquier régimen del tacómetro. Y es que si bien su par máximo de respetables 270 Nm se obtienen a las 3.250 rpm, gran parte de ese potencial (250 Nm) está disponible desde las dos mil vueltas, lo que hace que esta berlina sea siempre muy ágil.

La entrega de la potencia se produce de forma suave y progresiva, elegante si se quiere, y no se perciben los consabidos pistoletazos que usualmente presentan los turbos cuando entran en acción. De hecho, en ocasiones da la impresión que se trata de coche atmosférico. Para algunos, esto podría ser un punto en contra, ya que la gracia del turbo es sentir cuando entra en funcionamiento. Pero para quienes buscan el confort de marcha asociado a una buena dosis de potencia, esta es la combinación adecuada.

El motor está acoplado a una transmisión automática de seis velocidades, muy correcta en líneas generales, ya que tiene la capacidad de ofrecer un escalonamiento adecuado y pasos de marcha veloces para exprimir el motor si se opta por "pisarlo" a fondo (tiene opción de usar de forma  manual), y a su vez es muy agradable de manejar si se prefiere la suavidad por encima del dinamismo.

Dinámicamente, la configuración del chasis y su comportamiento son sencillamente ejemplares, ya que se percibe muy neutro en sus reacciones y seguro en su conducción. Eso sí, hay que tener en cuenta que el Laguna III no tiene un enfoque deportivo.

La suspensión aguanta sin inconveniente cualquier tipo de superficie, ya que tiene una buena capacidad de amortiguación y retención, es decir, que absorbe el bache, pero no rebota. Pero también es lo suficientemente firme como para agilizar el paso por una curva rápida y sentirse confiado, pues el coche logra mantener la trayectoria sin percibir vaivenes en la carrocería. En esto también ayuda el control de estabilidad.

Otro punto a favor del Laguna es su dirección, de muy buen tacto y muy directa. El auto sigue muy bien el giro del volante, lo que hace que su manejo sea muy preciso.

Con respecto al interior, tiene un diseño muy limpio y su habitáculo es amplio, al igual que el maletero, que permite una carga de 450 litros. Los mandos se concentran alrededor de la columna de dirección y en la consola central. El puesto de conducción es cómodo, con buena altura y sujeción, y su único inconveniente es la visibilidad hacia atrás, que no es óptima.

Respecto del equipamiento, el Laguna III viene con seis airbags, frenos ABS con repartidor electrónico de frenado, asistencia al frenado de emergencia, control de estabilidad, anclaje para sillas de niños, encendido automático de luces, sensor de lluvia, doble sunroof, climatizador bizona, radio con CD y múltiples portaobjetos.

En resumen, un sedán que tiene alma y corazón para conquistar.