Histórico

Rescatan la crónica de Droguett de la matanza del Seguro Obrero

Su primer libro, Los asesinados del Seguro Obrero, recoge ya su furiosa crítica social.

"Ibáñez está haciendo la revolución", escuchó Carlos Droguett (1912-1996) y se tranquilizó. Era otra cosa, algo que jamás olvidaría. Empieza la tarde del 5 de septiembre de 1938 y al escritor, por entonces de 26 años, hace poco le han impedido la entrada a la Plaza Constitución a punta de carabina. Al atardecer verá de nuevo a esos mismos carabineros empuñar sables, aún sangrientos. Nada de revolución: fue una revuelta fracasada contra el Presidente Arturo Alessandri Palma que terminaría en una masacre.

La Matanza del Seguro Obrero, como se conoce la jornada, marcaría a fuego a Droguett: un año después de los hechos, publicaría en el diario La Hora una crónica sobre la muerte de los 63 jóvenes del Nacional Socialismo, fusilados tras rendirse. En 1940 el relato se convirtió en Los asesinados del Seguro Obrero, el primer libro de Droguett y en el que fijó su voz rabiosa, que fluye como un pesado caudal.

Recoger la sangre

"Esto no es un libro, no es un relato, un pedazo de la imaginación, es la sangre, toda la sangre vertida entonces que entrego ahora, sin cambiarle nada", anotó en 1940 Droguett, que pasaría la vida yendo y viniendo de esa sangre: en 1952 publicó la novela Sesenta muertos en la escalera, precisamente sobre la matanza, y en 1972, una nueva versión de Los asesinados del Seguro Obrero. No se detuvo ahí.

El 26 de agosto de 1989, en el exilio en Suiza, el autor de Eloy terminó una nueva edición del libro. Inédita hasta hoy, ahora es lanzada por Tajamar Editores a 15 años de la muerte del autor. Y ahí sigue, intacto, el torrente arrollador y la furiosa denuncia social que cultivó el implacable Droguett. "Al asesino de turno" está dedicada esta edición.

En Los asesinados... Droguett inicia su relato en el intento de toma de la Universidad de Chile por parte de un grupo de nacionalsocialistas, liderados por Humberto Yuric. Retenidos por carabineros, serán llevados al edificio del Seguro Obrero, donde otro grupo dirigido por Gerardo Gallmeyer está sitiado. Yuric llega con la orden de convencerlos de que se entreguen. Y sucede: los golpistas se rinden.

Luego, la matanza. Primero, cuenta Droguett, disparan al grupo de jóvenes que se tomó el edificio: lo fusilan de espaldas contra la pared. Después los carabineros siguen con el resto: "El comandante dijo: '¡Niños, a cumplir la orden!'. Su voz resonó normal, sin matices, sin amor, sin odio, sólo nostálgica de una breve siesta, cuando agregó, sonriendo apenas, sin insistir en su sonrisa, 'con carabinas no, usen los revólveres para que no reboten las balas'".

En la edición de 1940, Droguett incluyó un prólogo titulado Explicación de esta sangre, donde fijaba un plan de ruta (literario y político) del lado de los maltratados de la sociedad. En 1989 quitó ese texto del libro. "Sólo recogí esa sangre que corriera por nuestra historia", decía. Treinta años después, en 1975, en conversación a pocos días de irse de Chile, Droguett reafirmaba su postura: "El escritor que no escribe por la justicia, es un despojador de los débiles, un ladrón".

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