Histórico

"Ripios"

LOS LECTORES interesados en la política estuvieron oportunamente informados del ajuste ministerial, La Tercera les entregó antecedentes en la semana previa e incluso anticipó la confirmación en su cargo del ministro del Interior. Por su parte, el reportaje "Cómo el cambio de gabinete se tomó la agenda" (16 07 2011) dio cuenta de las posibilidades que se barajaban en el gobierno y, contra los pronósticos que dudaban por la gira prevista del Presidente a la Región del Bíobio, adelantó que se "realizaría en las próximas horas", como así ocurrió.

A su vez, la edición que informó sobre los enroques y nuevos secretarios de Estado abordaba el tema desde diferentes perspectivas, incluso hubo un dato que da la pista de lo que vendría horas después, porque la mañana del lunes pasado transcurría y al Presidente le faltaba una pieza del puzzle: "El último llamado: Piñera ofreció Energía al intendente metropolitano, Fernando Echeverría. Contra el tiempo, un breve diálogo dio por concluidas las negociaciones" (19 07 2011). Apresuramiento que trajo consecuencias negativas: en cuestión de horas perdió un intendente y un ministro. Y, además, debe buscar una nueva subsecretaria…

Sin perjuicio de que la pauta periodística fue completa, hubo deficiencias en la redacción de ciertos textos que dieron cuenta de los hechos.

Si se revisa con acuciosidad el artículo "Piñera rediseña gabinete en medio de baja en encuestas y movilizaciones" se encuentra una reiteración de palabras que convierte en "ripios" su lectura. Un ejemplo es la voz "ayer", repetida en siete oportunidades, en circunstancias que bastaba con una para destacar que enroques, remociones y asunciones de los secretarios de Estado se produjeron en la víspera.  Lo mismo sucede, si bien en menor escala, con "agenda".

En la crónica "UDI  logra instalar a Longueira para contrapesar poder de jefe de gabinete", se vuelve de partida a recordar el "ayer" y luego al abuso de "había" y las consiguientes cacofonías con "ingresaría", "vocería", "día", "exigía", "secretaría", "resolvía", "sentía", "reunía" y "existía"…

Se sabe que lo más tedioso de escribir es corregir. En estos casos se está ante un problema de edición, cuyo origen puede encontrarse en que esas informaciones fueron firmadas por tres periodistas, es decir, el lector supone que tres profesionales reportearon, reunieron antecedentes y escribieron. Por lo tanto, ellos deben asumir en primera instancia la tarea de editar, eso implica revisar la información contenida, darle unidad y corregirla. Tarea que también le incumbe al editor, quien, por su parte, debe preocuparse que los escritos cumplan con niveles de excelencia en el fondo y en la forma.

En esto de corregir la experiencia prueba que incluso textos que pasan por distintos examinadores y hasta "correctores de prueba" contienen errores. Por lo tanto, corregir, corregir y corregir siempre es necesario.

Agustín del Rosario, quien fuera profesor y vicedecano en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Panamá, en su columna "Del `ripio` como institución social" decía que "en los textos, escritos o hablados, se entiende como tal a las palabras o a las frases inútiles, superfluas y más que comunes, reiterativas y desechables, cuya función en el conjunto es solamente la de repetir o insistir en lo conocido o en lo dicho. Es decir, que el `ripio` anda de la mano con la obviedad y con lo que de antemano es legible. El `ripio` es redundancia que si algo saca a flote, es decir a un primer plano, es la incapacidad de quien lo escribe o de quien lo habla, en encontrar términos y acepciones correctas para decir lo que tiene que decir".

Por lo tanto, el "ripio" decía, "deja constancia que en el periodismo, escrito y audiovisual, ha pasado a considerarse como una institución que permite a periodistas `ripiosos`, no buscar nuevos términos, nuevas ideas, para expresar las cosas (un hecho o una situación). Es decir, no recurrir al diccionario para aprender, recurrimos a lo mismo que sabemos y usamos siempre para decir lo mismo".

En la jerga periodística también los "ripios" se aplican a esas reiteraciones que impiden a los textos ser armoniosos y gratos en su lectura. Esto de recurrir al diccionario y buscar sinónimos es tarea obligatoria de un periodista, porque al fin de cuentas la herramienta básica de su trabajo es la palabra.

Truman Capote contaba que comenzó a escribir a los ocho años, sin darse cuenta que se encadenaba, de por vida, a un amo noble, pero despiadado, porque cuando Dios entrega el don de escribir, decía, lo hace al mismo tiempo con un látigo, y éste sólo tiene por finalidad la autoflagelación. Escribir, al principio, divertía muchísimo a Capote, pero dejó de divertirse cuando descubrió la diferencia entre escribir bien y mal. Luego, hizo un hallazgo más alarmante aún: "La diferencia entre escribir muy bien y el verdadero arte. Una diferencia sutil, pero feroz". Después de ese descubrimiento, comenzaron los latigazos. En la tarea de ir tras la perfección, el periodista y escritor experimentó con casi todos los estilos y formas literarias, que se plasmaron en una enormidad de reportajes, publicados la mayoría en The New Yorker.

Moraleja: escribir bien no es fácil, requiere de "latigazos" personales y también de los editores. Los "latigazos" los agradecerán los lectores.

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