Una biblioteca ecológica

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No, no se trata de evitar la tala de árboles para hacer libros, pues estos requieren papel. Pero son algunos libros que se ocupan del tema medioambiental: desde la hipótesis de Gaia hasta el cambio climático, desde Nicanor Parra a Al Gore.




Anti-eco-poesía

Por antología se puede entender una selección de lo mejor, pero también un recorte temático en la obra de un autor. Hacer una sobre los asuntos ecológicos en Nicanor Parra es lo que ha llevado a cabo Niall Binns en El cielo se está cayendo a pedazos. Binns no sólo se limita a los "ecopoemas" nacidos de una suerte de pertenencia a la causa medioambiental del antipoeta a inicios de la década de los 80, sino que identifica la preocupación o la indignación en torno al asunto desde sus primeras obras. En el antipoema de su primer libro, "Los vicios del mundo moderno", en que se ve al planeta como una "gran cloaca", cree Binns encontrar la primera alusión a la contaminación atmosférica. Y así continúa a través de toda la producción de Parra, en libros, muestras, entrevistas, entregas en la prensa, "discursos" y artefactos. Parra considera su actividad como una militancia casi política: "Ni socialista ni capitalista / sino todo lo contrario: / ecologista", es una frase que se repite, con variantes. En uno de sus "discursos de sobremesa" señala: "Entendemos x ecologismo / Un movimiento socio-económico / Basado en la idea de armonía / De la especie humana con su medio". El recorrido por la obra de Parra es generoso y agudo, e incluye un poema inédito, de 2013, "Luz natural", que termina diciendo:"¡Por una Patagonia sin represas!".

El cielo se está cayendo a pedazos

Nicanor Parra

Editorial Vegueta / Liberalia, Barcelona, 2016, 224 pp.

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Gaia enfurecida

La noción de la Tierra como un organismo vivo ha existido desde la antigüedad, pero fue actualizada y refinada a principios de los años setenta cuando el británico James Lovelock postuló, apoyado por Lynn Margulis, la hipótesis Gaia, según la cual el planeta es un sistema capaz de autorregularse y mantener las condiciones adecuadas para la vida: la atmósfera y la parte superficial se comportarían como un todo, controlando su temperatura o composición química. En varios libros Lovelock exploró los extremos de la hipótesis Gaia.

Debido a la actividad del hombre, sin embargo, este sutil sistema autorregulado se ha visto desbordado y comienza a vengarse, amenazando con la destrucción de la humanidad. Así lo plantea en su libro La venganza de la tierra, en que predice que el clima extremo será la norma y que causará una gran devastación. Lovelock, curiosamente, resulta ser un entusiasta de la energía nuclear como la menos mala de las opciones energéticas de que disponemos. Y se muestra muy escéptico respecto de las acciones para "salvar al planeta" o de las actitudes "verdes". Porque ahora ya sería demasiado tarde.

La venganza de la Tierra

James Lovelock

Editorial Planeta, 2007, 250 pp.

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Del planeta al hogar

En su larga exploración en torno al "arte de vivir", inspirado en Foucault, el filósofo alemán Wilhelm Schmid (1953) ha abordado asuntos como la felicidad, el envejecer o la amistad, en algunos delgados libros con engañosos títulos que hacen pensar en la autoayuda. Su inicio, más general y más amplio, fue en el libro En busca de un nuevo arte de vivir (2002), entendiendo por tal el intento de orientar la existencia a través de la reflexión para llevar la vida que nos parezca más correcta. En lo que podría ser una nota a aquél, publicó El arte de vivir ecológico.

Según Schmid, sería la percepción del planeta desde el exterior la que habría iniciado la conciencia ecológica. Pero en el siglo XX la ecología deja de ser objeto de estudio de las ciencias para serlo también de compromiso político y de preocupación moral para los movimientos de defensa del medioambiente. Tendría, así, una dimensión ética e incluso ascética. Probablemente el buen criterio no está ni en la ignorancia ecológica ni en el activismo ciego. Schmid presenta reflexiones que van desde el abastecimiento energético hasta la gestión del hogar, desde el espacio urbano o el tráfico hasta las relaciones internacionales. También indica el primer imperativo ecológico: "Actúa de forma que no arruines las bases de tu propia existencia".

El arte de vivir ecológico

Wilhem Schmid

Editorial Pre-textos, Valencia, 2011, 164 pp.

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De exaltaciones y alarmas

La falta de paisaje como un sufrimiento, la carencia de la naturaleza como una asfixia. En Defensa de la tierra, libro póstumo de Luis Oyarzún (aparecido por primera vez en 1973 y reeditado por la Biblioteca Nacional) se encuentran reflexiones sobre el territorio y los bosques, los pueblos originarios, la flora, los lagos y ríos, también sobre sequías, incendios y contaminación ambiental.

Oyarzún (1920-1972) escribió esta "defensa" cuando se había instalado en Valdivia, en la Universidad Austral (en 1971), a la que llegó luego de su larga labor en la Universidad de Chile en la capital. Pero toda su vida tuvo interés por la naturaleza y especialmente los árboles (como testimonia su Diario). El libro es, por cierto, una señal de alerta, como lo demuestra al hablar de Santiago y el "smog": "No hay adentro ni alrededor naturaleza, ni árboles, ni pájaros, ni flores. Todo está mustio, agobiado bajo el peso del polvo humano. Millones de seres humanos se agitan en esta ciudad seca, entenebrecedora, árida, sin río ni mar en que descansen el ánimo y la vista. Los ojos se estrellan contra la piedra borrosa de la cordillera y se duermen presos en la red del polvo y de sus radiaciones electrónicas, con el imán cordillerano por almohada".

Defensa de la Tierra

Luis Oyarzún

Ediciones Biblioteca Nacional, Santiago, 2015, 108 pp.

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Para controlar el cambio

La fantasía de los chinos no parecer ser suficiente para generar la elevación de la temperatura en la Tierra, como alguna vez supuso Donald Trump. Si es que ella es efectiva, y todo parece indicar que lo es, probablemente se deba al incremento poblacional, el uso de combustibles fósiles o la deforestación. En todo caso, esta realidad trae consigo efectos que parecen surgidos de la imaginación, una imaginación apocalíptica: el incremento del nivel del mar, deshielos polares, aumento de huracanes más poderosos, intensificación de características estacionales (heladas, sequías), mayores y más reiteradas inundaciones, etc. Un trío de autores mexicanos Mario Molina (premio Nobel de Química), José Sarukhán y Julia Carabias ofrecen en El cambio climático un compendio breve y claro, abordando aspectos históricos y científicos, acerca del fenómeno del cambio climático, la modificación de la composición química atmosférica y las repercusiones que todo eso tiene y tendrá en los climas del planeta, además de sus consecuencias económicas, sociales y éticas. Es también un libro que plantea acciones posibles, no considerando el cambio climático como una fatalidad irremontable: los estados nacionales pueden emitir normas sobre las formas de producción y consumo y se pueden lograr acuerdos internacionales.

El cambio climático

Mario Molina, José Sarukhán y Julia Carabias

Editorial FCE, México, 2017, 222 pp.

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El lenguaje de las plantas

Hay personas que amenazan a los frutales para que sean fértiles o felicitan a las rosas por la belleza de sus flores. Esas personas dicen que las plantas les entienden. Pero de ahí hay un salto grande a suponer una comunicación entre ellas en un secreto lenguaje vegetal. No exactamente eso, pero algo parecido es lo que postula David George Haskell en su libro más reciente sobre los árboles y las redes biológicas que los rodean: los árboles interactúan y de manera no silenciosa, emiten sonidos. Los árboles suenan de manera diferente, desde el viento al pasar por sus hojas hasta el ruido que produce un escarabajo que mastica el interior de un árbol muerto o las olas que bañan las raíces de otro. En el mundo bajo tierra hay más cooperación que competencia entre sus habitantes: redes de raíces y hongos que mueven el agua y los nutrientes entre distintas especies. Haskell es un observador sumamente paciente. En el transcurso de un año estuvo examinando un pequeño pedazo de tierra de cuyas observaciones, mezcla de diario y ciencia, nació su primer libro, En un metro de bosque (2012). Las canciones de los árboles tiene la misma profundidad científica y lirismo que su libro previo. Cada capítulo está dedicado a un árbol, cada árbol es un foco para las historias ramificadas: un ceibo gigante, un abeto balsámico, un pino ponderosa, un olivo, son doce árboles, cada uno en distintas partes del mundo, desde Ecuador a Jerusalén, con sus propios sonidos e "historias" que contar.

Las canciones de los árboles

David George Haskell

Editorial Turner / Océano, Madrid, 2017, 304 pp.

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Divulgando el calentamiento global 

Que un ex vicepresidente de los Estados Unidos realice un documental (ganador de un Oscar) y publique un libro, tal vez no sea usual, pero tampoco inconcebible. Lo extraño es que ambas cosas sean sobre el calentamiento global. También lo es que allí señale a los países desarrollados (fundamentalmente Estados Unidos y Europa) como mayormente responsables del crecimiento histórico de los gases de invernadero y que denuncie que un sector importante del poder político y económico de su país está intentando posicionar el debate como una teoría y no como un hecho. Es lo que hizo Al Gore en Una verdad incómoda, un libro basado en la recopilación de datos, dotado de fotografías y láminas desplegables, gráficos y proyecciones que presenta la verdad del cambio climático (es también una crónica de la vida de Gore y su familia, con las razones de su implicación en esta causa).

Gore ataca los estereotipos y prejuicios que ponen en duda las advertencias sobre el cambio climático y sus consecuencias catastróficas. Propone cambios a nivel mundial (abandono de tecnologías sucias) e individual (ahorrar energía en el hogar, cambiar modos de transporte, reciclar, entre otros). Sus críticos le reclamaron que mientras fue vicepresidente hizo poco por el medioambiente y que su gasto energético doméstico era muy alto. A pesar de sus aparentes limitaciones, Gore dio mayor visibilidad al asunto gracias a su mérito divulgador, recorriendo el mundo.

Una verdad incómoda

Al Gore

Editorial Gedisa / Océano, Barcelona, 2007, 328 pp.

El planeta y el Papa

Aunque el reino de Jesús no es de este mundo, no es que el planeta lo tenga sin cuidado pues, de hecho, tiene un vicario en él: el Papa. Es razonable, entonces, que su representante en la Tierra se ocupe de una cuestión realmente planetaria como es el calentamiento global y la crisis del medioambiente. Tan sólo dos años después de haber sido elegido, Francisco publicó una encíclica sobre el tema que, por lo significativo de la figura, la resonancia de su voz (amplificada por sus viajes) y por su influencia espiritual, sería importante en la difusión del mensaje climático. El documento completo de su contribución al debate abarca mucho más que el tema ambiental, es una crítica tan impetuosa como persuasiva de la manera en que habitamos el planeta, una crítica no sólo ecológica, sino moral, social y económica. Plantea, entre otras cosas, una conversión rápida a las energías renovables, recuerda que las primeras víctimas de la crisis ambiental son los pobres y señala que el deterioro del ambiente es un signo más de haber sucumbido al "paradigma tecnocrático". Por otra parte, interviene en otros debates actuales: la automatización, la modificación genética de los alimentos, el transporte público, etc. Su encíclica se llama Laudato si' ("Alabado seas"), porque cita a san Francisco de Asís, quien en un cántico alababa a Dios "por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba".

Laudatio si'

Papa Francisco

Ediciones UC, Santiago, 2015, 192 pp.

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