Alcances de una declaración presidencial

Un efecto inesperado han tenido las declaraciones del Presidente de la República, quien en entrevista con este medio aseguró que "lo peor de esta crisis ya pasó y ahora toca aprender las lecciones para construir un país mejor entre todos". Sectores de oposición, pero también algunos del oficialismo, hicieron ver sus discrepancias con el diagnóstico del Mandatario, si bien por motivos diferentes. Es un nuevo recordatorio sobre la importancia de sopesar adecuadamente los mensajes que se envían a la ciudadanía, ya sea para no crear expectativas desmedidas o aparecer distanciándose de la realidad.
El país ha experimentado escenas de violencia sin precedente en los últimos meses -al punto que en algún momento se temió por el posible quebrantamiento del orden democrático-, cuyas devastadoras consecuencias empiezan ya hacerse evidentes, tanto por el desplome de la actividad económica como por un fuerte aumento del desempleo. Aunque las escenas de violencia desatada han disminuido ostensiblemente, los hechos de vandalismo no se han detenido del todo, con saqueos intermitentes al comercio establecido, ataques de turbas a patrullas de Carabineros o el reciente atentado incendiario que ha sufrido una sede de la Universidad San Sebastián.
Parece entonces cuando menos precipitado establecer que "lo peor ha pasado" cuando aún hay acontecimientos en desarrollo -cuyo desenlace sigue siendo incierto- o cuando resta por dilucidarse cómo serán enfrentadas situaciones previsiblemente tensas, como por ejemplo la rendición de la PSU en los próximos días, el regreso a clases de estudiantes secundarios y universitarios en marzo, así como otras efemérides que se conmemoran en dicho mes, todas las cuales podrían poner nuevamente a prueba la capacidad del Estado para controlar el orden público, tarea en la que hasta ahora ha sido deficiente. Tratándose de un gobierno que en estos momentos cuenta con bajos índices de aprobación, es importante que desde la Presidencia no se de pie para abrir más flancos de críticas.
Pero ha sido el efecto político de la aseveración lo que ha resultado más llamativo, causando incomodidad transversal. Para algunos sectores oficialistas, una frase de esta naturaleza es un traspié comunicacional que podría ser leído como una provocación innecesaria. Por el lado de la oposición, algunos temen que desde el gobierno se podría estar perdiendo sentido de urgencia para impulsar las reformas comprometidas ante la ciudadanía, lo que podría ser utilizado como pretexto por algunos para justificar que la violencia siga en pie como método de presión.
Los hechos serán los que vayan demostrando si lo peor de la crisis pudo haber pasado. Para el país resulta en todo caso crítico que ello sea así, y todos los sectores políticos deben dar muestras de su compromiso para erradicar cualquier forma de violencia, y si existe la percepción de que los actos vandálicos pueden volver a ocurrir en la medida que los cambios o reformas no avancen en el sentido que algunos pretenden -independientemente de si existen los votos para ello-, tal actitud debe ser repudiada enérgicamente.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
3.
4.