Aumento de familias residentes en campamentos

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El sector del manzano era un sitio eriazo, donde se instaló uno de los campamentos más grandes de la región.


Los recientes resultados del nuevo catastro de campamentos del Minvu dan cuenta de un importante incremento tanto en el número de asentamientos informales como de las familias que viven en ellos, las cuales han aumentado en un 70% en los últimos siete años. Es decir, un problema que creíamos medianamente resuelto, ha vuelto a imponerse en la realidad del país. Sin embargo, esta vez la emergencia de los campamentos no expresa solo una forma de precariedad habitacional sino que, ahora tal vez incluso más que antes, reflejala fuerte exclusión social urbana que aqueja sobre todo a los más pobres.

Creemos que la principal causa del incremento de hogares en campamentos en los últimos años es el acceso a una vivienda y a suelo urbano bien localizado, sea en propiedad o garantizando la tenencia segura. En ese sentido, es imposible no relacionar la informalidad habitacional con la exclusión que genera el mercado de la vivienda y del suelo en las ciudades del país. Un reciente estudio del Banco Central muestra que el precio del suelo con destino habitacional ha aumentado en un 60% entre 2012-2017, llegando a las 3 UF/m2 en la media nacional, que para el caso de Santiago llega a las 7 UF/m2 y en las ciudades del norte a casi 5 UF/m2. Si consideramos que sobre 4 UF/m2 el suelo es inasequible para proyectos de vivienda social, podemos notar que en el caso del Gran Santiago un 85% de la superficie de suelo queda excluida de este tipo de vivienda (Según resultados parciales de estudio que estamos realizando entre la Universidad Alberto Hurtado, Fundación Vivienda e Inciti Consultores).

Frente a estas barreras de mercado, la informalidad habitacional aparece como una estrategia, entre otras, que siguen los hogares más pobres. Evidentemente este problema estructural de acceso se complementa con otros fenómenos que pueden agravar la situación, tales como el creciente flujo migratorio que ha llegado al país, el alto costo de urbanización en las ciudades del norte y las restricciones normativas a urbanización en zonas de riesgo como cerros y bordes costeros. Pero en ningún caso estas situaciones específicas pueden explicar un incremento tan importante de la informalidad en los últimos años, sino que refuerzan un problema estructural originado en el mercado de la vivienda y del suelo, que pese a los subsidios e instrumentos implementados no ha podido revertirse.

De hecho, si entendemos la informalidad como parte de un problema más amplio nos podemos dar cuenta que se desarrolla en paralelo al incremento también significativo del allegamiento en los últimos años. Los resultados de la última encuesta CASEN 2017 evidencian un alza de más de 116.000 hogares en situación de allegamiento, los cuales muchas veces al no poder resistir dicha situación ni menos pagar un arriendo, ven como única solución migrar a un campamento. De forma que allegamiento e informalidad son dos caras de un mismo problema que –a juzgar por los datos disponibles- sigue presente en las ciudades del país.

Bajo este contexto, urge la generación de instrumentos que permitan regular el mercado del suelo y con ello garantizar el acceso a una vivienda adecuada. De lo contrario, seguirán aumentado las familias en situación de allegamiento –sea por exclusión respecto a vivienda en propiedad o en arriendo-, las cuales tarde o temprano migrarán a un campamento. Si así ocurre, es previsible que la informalidad siga en aumento y que los próximos catastros vuelvan a traernos malas noticias.

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