Buen manejo de la pandemia, pero aún lejos de la normalidad
Una pandemia hasta ahora bajo control -con acertado manejo táctico de las cuarentenas- en ningún caso puede asimilarse a un escenario siquiera en vías de normalizarse.

Han transcurrido 41 días desde que se detectó el primer caso de Covid-19 en nuestro país, y hasta el día de ayer, el número de contagiados alcanzaba a 6.927, con 73 fallecidos. Desde entonces, se han ido implementando medidas de cuarentena progresiva, tanto en comunas de la Región Metropolitana así como en otras localidades, tal como ha sido el caso en algunas comunas de La Araucanía. Alrededor de dos millones de personas se encuentran confinadas en sus casas, lo que no tiene precedente.
El Ministerio de Salud anunció que a partir del lunes se flexibilizará el régimen de cuarentenas de algunas comunas de la Región Metropolitana, en tanto Las Condes seguirá bajo cuarentena, mientras que otras comunas del país también deberán entrar en confinamiento.
Esta información ha causado desconcierto en algunos, llevando a cuestionar si no se están relajando anticipadamente las medidas de contención, considerando que para el caso de la Región Metropolitana el confinamiento lleva apenas algo más de dos semanas. Aun cuando estamos en medio de la tormenta -conforme distintos pronósticos, lo peor en materia de contagios todavía está por venir, pudiendo ocurrir a fines de este mes-, las cifras disponibles muestran que el curso de la enfermedad continúa dentro de parámetros manejables, tal que la cantidad de pacientes críticos no ha superado las capacidades del sistema de salud, y el número de casos se está doblando a un ritmo aún no explosivo.
El propio Ministerio de Salud estimó que el escenario más adverso implicaría unos 100 mil enfermos simultáneos, mientras que otras modelaciones pronosticaban que aproximadamente al día 40 desde el “caso cero” podría estar ocurriendo una situación crítica en el país -tal como sucedió en Italia-, con miles de contagiados por día y probable copamiento de camas UCI. Ninguno de estos escenarios afortunadamente parece inminente, pero la experiencia internacional también muestra que el curso del virus puede descarrilar fácilmente, tal como ocurrió en España.
La trayectoria relativamente contenida del Covid-19 -señal de que las cosas parecen estar haciéndose bien- justifica que la autoridad haya optado por movidas tácticas -decretando o levantando cuarentenas según la evidencia epidemiológica disponible-, con el fin de equilibrar el complejo dilema de salvaguardar ante todo la vida humana, pero intentando evitar un daño aún mayor en la economía -particularmente la destrucción masiva de empleo-, como habría sido decretar una cuarentena total en vastas zonas del país, medida que, además de innecesaria, habría hecho que la catástrofe económica fuese aún mayor.
Sin embargo, la autoridad debe empeñarse en no transmitir una equívoca sensación de triunfalismo. Una pandemia hasta ahora bajo control en ningún caso puede asimilarse a un escenario normalizado o siquiera en vías de normalizarse. Los explosivos focos en San Joaquín, San Miguel o La Reina son prueba de lo impredecible del virus, y las irresponsables conductas que aún se ven en la población -las aglomeraciones de estos días en Caleta Portales, miles de personas concurriendo a ferias libres o quebrantando la cuarentena- dan cuenta que muchos aún no han internalizado la importancia del distanciamiento social.
Todavía no alcanzamos las capacidades óptimas de testeo, en especial para detectar pacientes asintomáticos -recientes estudios sugieren que más de un tercio de los contagios podrían provenir de este tipo de pacientes-, así como para determinar con mayor precisión cuando alguien infectado ya está libre del virus, riesgos que deben ser comunicados con más fuerza a la población y por qué la necesidad de mantener las medidas de protección. No debe perderse de vista que el país todavía cuenta con algunas regiones que presentan baja penetración del virus -como ocurre en buena parte de la zona norte, Coquimbo, O’Higgins y Aysén-, y para que ello siga siendo así es indispensable que sus habitantes no caigan en conductas laxas, ya que dichas zonas serán fundamentales si el cuadro se deteriora en otras regiones.
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