Opinión

Caminando por la cornisa octubrista

Susana Hidalgo

SEÑOR DIRECTOR:

Se cumplen cuatro años del 18 de octubre del 2019, en que comienza un camino barranca abajo y de deterioro político, afectando la calidad de vida de los ciudadanos, generando polarización política, jóvenes sin sueños de futuro, daño y quiebre que aún no se ha podido revertir.

En marzo de 1990 comienza uno de los periodos de mayor éxito político y económico de nuestra historia democrática. Chile se sienta a dialogar, cambiando la imposición por la negociación, la aspiración de máximos por el acuerdo de mínimos, y quisieron destruir aquella época con el mote “no son 30 pesos, son 30 años”, no pudieron.

Chile sufrió en octubre de 2019 un intento de quiebre democrático o por qué no decirlo como corresponde, un intento de golpe de Estado. Violencia en las calles, fuego y más violencia; manifestantes portando bombas molotov y acelerantes, destruyendo bienes de todos los chilenos.

La oposición en aquella época calló y miró para otro lado. La violencia se extendió en todo el país, hasta aquel terrorífico 12 de noviembre de 2019, cuando estuvieron, además, a punto de tomarse La Moneda. Es allí donde quien nos gobernaba, propone el acuerdo del 15 de noviembre, eligiendo sabiamente la vía institucional para cortar la violencia, comenzando entonces el primer proceso constituyente fallido.

La pendiente de deterioro político siguió avanzando, y hoy nos encontramos atravesando un segundo proceso constituyente, con dificultades.

¿Pueden estar todos de acuerdo? No. ¿Será posible en octubre de 2023 acordar con quienes apoyaron un modelo de país que nos dividía y transformaba en varias naciones con varios sistemas de justicia, infinanciable, producto de un ejercicio constitucional en el que casi ninguna propuesta de la otra parte fue aceptada?

Chile despertó decían, sí, pero no fue en octubre de 2019, fue el 4 de septiembre de 2022.

Sea como sea, debemos lograr que octubre no sea el mes en que sigan las tentaciones maximalistas refundacionales y violentas, sino que sea la evocación nostálgica de la calidad de la democracia; democracia que hoy parece sólida y por la que seguimos caminando cómodos con jeans y zapatillas, pero cuya conquista fue ardua y merece cuidados.

Es la hora de la responsabilidad, que nos debe llevar al ejercicio de sentarnos a dialogar, cambiando la imposición por la negociación, reconociendo que, en democracia, no hay candidato ni propuesta ilegítima, y que es necesario y factible lograr acuerdos mínimos posibles, tal de retomar la senda de un desarrollo inclusivo con mayor equidad y oportunidades.

Iris Boeninger

Economista y ex embajadora de Chile en Uruguay

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