Chile y Bolivia: ¿relaciones diplomáticas en el horizonte?
Las elecciones presidenciales bolivianas no solo auguran un cambio de gobierno, también es posible vislumbrar un giro en su estrategia de desarrollo y en su inserción internacional.
El debate electoral boliviano ha estado centrado en su agenda doméstica, en especial en el malestar por la situación económica, los temas internacionales han permanecido en un plano secundario. Pero Bolivia seguirá siendo parte del mundo y quien lo gobierne, deberá atender esa tarea.
Asimismo, es comprensible que las elites bolivianas estén atentas al desenlace de nuestras elecciones, de quién ganará en segunda vuelta y qué equipo asumirá en marzo próximo. En el debate chileno, Bolivia sí está presente, en especial en la problemática de seguridad. Las propuestas de algunos candidatos no se dejan de esperar, se asume que la frontera es vulnerable y por ello las propuestas van desde volver a minarla, construir fosos, crear una policía guarda especializada, invertir en mayor tecnología, entre otras medidas. En suma, la relación chileno – boliviana está contextuada por la presencia del delito organizado.
Lo que a veces se pierde de vista, es que el delito transnacional es una amenaza colectiva en nuestro continente, por tanto, su combate puede ser también ocasión para una cooperación de mutuo beneficio. Complota contra esto el que, como región, carecemos de mecanismos multilaterales eficientes que puedan coordinar estos esfuerzos.
El combate a las mafias transnacionales, y a sus diversos negocios (inmigración ilegal, trata de personas, narcotráfico, contrabando, robo de vehículos, entre otros) es una de las prioridades que tenemos como Estado, no solo con Bolivia. También es justo reconocer que en el último tiempo se avanzó bastante en medidas prácticas de cooperación (reconducciones de inmigrantes, en poco número, pero creciente, ayuda médica, facilitación de envío de combustible desde el puerto de Arica).
Lo anterior es prioritario y urgente, pero no es todo. El Norte Grande posee una cualidad geográfica única: puede ser el puente geográfico que permitiría enlazar con el macizo continental del centro sur sudamericano. Nuestro norte colinda con una zona que va desde el sur peruano (étnico y minero) hasta el NO argentino de Salta y Jujuy, incluyendo toda Bolivia y colindando con el occidente brasileño, la capital de la soja que hoy se exporta a las populosas economías asiáticas. Visto así, las miles de toneladas de soja y cereales, procedentes del Matto Grosso, del oriente boliviano, de las pampas del NO argentino podrían salir al Pacífico por los puertos de Antofagasta, Iquique y Arica.
A su vez estos puertos pueden ser el punto de embarque hacia el continente y en especial hacia Bolivia. No olvidemos que el centro de Sudamérica está en Cuiabá, en el corazón del Matto Grosso alimentario, a poca distancia de la frontera boliviana. Con un FFCC que una las dos redes ferroviarias (oriente y andina) y enlace con un revivido FFCC Arica –La Paz, se puede crear una sinergia supranacional, a la cual también puede unirse la riqueza del litio mañana. Desde la costa chilena hasta la frontera boliviano-brasileña, desde Arequipa hasta Salta.
Mirar al Norte Grande con esta óptica, de largo plazo, más allá de un gobierno, requiere voluntad política y colocar estos proyectos no solo en los planes de Obras Publicas sino también en la gestión política de nuestra Cancillería. Se requiere repoblar el altiplano chileno; hoy, la provincia de Parinacota solo posee cerca de 2.000 habitantes permanentes. Recordemos que se trata de una zona rica en nichos de agricultura andina (desde el orégano hasta la papa) y, a más altura, generosa en ganadería auquénida. Son muchas las oportunidades que aguardan incentivos en beneficio de la población local.
Sobre esta base, es posible construir miradas comunes con Bolivia: el senador y actual candidato presidencial, Rodrigo Paz, lo ha expresado así en varias ocasiones y también lo escucho cuando converso con los miembros del Consejo empresarial chileno–boliviano. ¿Suficiente para reanudar relaciones diplomáticas? Tal vez, pero más que suficiente para abrir una hoja de ruta que nos conduzca a ello. El desarrollo es un objetivo que nos beneficia a todo y aporta estabilidad.
Por Gabriel Gaspar, ex embajador de Chile en Misión Especial para la Demanda Marítima boliviana ante la CIJ. Ex subsecretario de Defensa, FF.AA. y Guerra.
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