China, Estados Unidos y los talibanes: entre el pragmatismo y la incertidumbre



Por Rodrigo Álvarez V., profesor asociado de la Escuela de Periodismo de la Universidad Mayor y Analista internacional; y María José Labrador, profesora titular y directora Escuela de Periodismo de la Universidad Mayor

El retiro de Estados Unidos y con ello el que los talibanes hubieran tomado el poder total del territorio de Afganistán, no solo tiene una implicancia para los estadounidenses, sino que tendrá un impacto en la región y en la política exterior de China. Efectivamente, entre ambas posiciones (talibanes y chinos) existe un acercamiento post retiro norteamericano que contradice las tensiones entre ellos y propone un futuro pragmático, pero también incierto.

China “siempre presente” tiene además un vecino complejo. Comparte con Afganistán 76 kilómetros de frontera por el llamado Paso de Wakhan y, en la opinión de varios expertos, esta pequeña frontera no entrañaría más problemas que las típicas disputas territoriales, si no fuese porque en el lado chino, la provincia fronteriza es Xinjiang, donde está la etnia uigur de religión musulmana. Entiende también, entre otras razones, que el efecto de una zona (y región) inestable puede tener resultados complejos de ser controlados, teniendo efectos negativos en su proyecto OBOR correspondiente al Asia Central. A este respecto, si bien no pasa por territorio afgano, conocida es la importancia que China entrega al corredor Kashghar (China) – Gwadar (Pakistán); el cual requiere de una inversión de 54 mil millones de dólares. De este modo, la estabilidad regional, donde un Afganistán bajo control, es central en el éxito de este tramo.

Efectivamente, Afganistán es visto no solo como un corredor o la puerta de entrada de Asia a Europa y viceversa, sino que como un territorio con máxima importancia geopolítica: “cuenta con reservas de bauxita, cobre, hierro, litio y tierras raras”, dice el último informe anual sobre los recursos minerales de Afganistán, publicado en enero de 2021 por el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS). China es un factor importante en la demanda global de materias primas y por tanto se considera probable que Pekín, que ya es el mayor inversionista extranjero en Afganistán, pueda liderar la carrera por ayudar al país a construir un sistema minero eficiente, para cubrir su insaciable necesidad de minerales.

Es precisamente por estos datos y la importancia de un territorio afgano pacificado que China, el 28 de Julio, a veintiséis días del retiro oficial de los Estados Unidos y sustentado en los principios de Bandung, en especial en el de “no intervención en asuntos internos”, concretó una reunión de acercamiento entre el ministro de Relaciones Exteriores Wang Yi y el jefe de la comisión política de los talibanes, Mullah Abdul Ghani Baradar. En la misma, el representante chino sostuvo que su país adhería “a la no interferencia en los asuntos internos de Afganistán y siguió una política amistosa hacia todo el pueblo afgano. Afganistán pertenece al pueblo afgano y su futuro debería estar en manos de su propio pueblo”. Mientras que Baradar replicó que esperaban “que China participe más en el proceso de paz y reconciliación de Afganistán”.

Del mismo modo, puede volver a ser incierto el futuro entre ambos. A este respecto, no se puede dejar de proyectar las tensiones que podrían reflotar en el mediano y largo plazo. Estas, principalmente se conectan con la situación de los Uigures (musulmanes) en la región china de Xinajiang. Como sostiene Yvonne Moonen, existen 10 grupos musulmanes: Hui, Uyghur, Kazakh, Kirgiz, Dongxian, Salar, Tajik, Uzbek, Tartar y Bonan. Estos, principalmente, se distribuyen en Xinjiang, Gansu, Qinghai y Ningxia. De ellos, los que más han generado una reacción global, han sido los Uyghurs, como resultado de las denuncias de occidente y, hasta antes del 28 de julio, de los propios talibanes contra la política China en esta materia. No hay que olvidar las conexiones entre el East Turkestan Islamic Movement de los uigures con los grupos talibanes, los que incluso combatieron en la lucha contra Estados Unidos. Sin embargo, como suele ocurrir en el sistema internacional, esto sufrirá un giro en 180 grados.

La incertidumbre y tensión, a la espera de la política exterior que los Estados Unidos desarrollen post retiro, sin duda, seguirá siendo una variable en la región. Habiéndose concretado la reunión entre China y los talibanes, se producirá un acercamiento en pro de dos objetivos. Por un lado, para China, que el talibán contenga cualquier propósito del grupo East Turkestan Islamic Movement. Por el otro, para los talibanes, el encontrar un inversionista. Ambos objetivos quedaron reflejados en el encuentro entre Wnag Yi y Baradar. De esta forma, mientras “los talibanes afganos nunca permitirán que ninguna fuerza utilice su territorio para cometer actos perjudiciales para China. (También, ellos) esperan que China desempeñe un papel más importante en la reconstrucción y el desarrollo económico futuros. (Con este propósito), los talibanes afganos también harán sus propios esfuerzos para fomentar un entorno propicio para las inversiones”.

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