Columna de Álvaro Ortúzar: Libros en vez de realidades

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Esta columna estaba pensada para hacer una síntesis de lo ocurrido este año que termina. Temores, sufrimientos y tenues esperanzas. Un año en que la República, como la conocemos, estuvo en las antípodas de su extinción.

Mejor proponer algunos libros, donde son otros -personajes imaginarios- los que sufren o gozan, que aman o que la vida los prefiere en un lugar ajeno al encuentro de almas.

Vamos a partir con la última novela de David Foenkinos, “Número dos”. El personaje es el niño que no llegó a ganar en la última audición en que se eligió al protagonista de Harry Potter. Alcanzó a sentir el regalo de encarnar a su personaje más íntimo y no pudo. Martin Hill, que así se llama el niño, vive ese profundo fracaso mientras se cuenta la historia paralela del éxito de Daniel Radcliffe. Esta novela es la otra cara del triunfo, la de alguien cuya historia no será contada. La maestría de Foenkinos consiste en que el lector -como todos los hombres frente a un dolor así de profundo- desea que Martín se salve.

“El bar de las grandes esperanzas” es un libro autobiográfico de J.R. Moehringer, escrito con el amor de quienes saben sentir y emerger. J.R fue abandonado por su padre y se refugia en el amor materno y, sobre todo, en el Bar Dickens, un sitio donde poetas, policías, apostadores, boxeadores y estrellas tienen algo que contar. Sin ser novela, está escrito con tal manejo del lenguaje que uno se encanta con el personaje y goza con la vida -más que vida mundana y diaria- que refleja aquel bar. Digno de leerse. (Y si alguien queda con ganas de disfrutar más del autor, busque “A plena luz”, la historia de Willie Sutton, el ladrón de bancos elegante que asoló Estados Unidos en la década del 50-60. Soberbio.).

Leonardo Padura presentó “Personas decentes”. Ya había impactado con la historia de los últimos días de Trotsky, en “El hombre que amaba a los perros”. Ahora, su clásico personaje -Mario Conde-, un detective que vende libros antiguos se encarga de investigar el asesinato de uno de los mayores abusadores en los orígenes de la Revolución Cubana, un corrupto que ataca a los artistas antirrevolucionarios pero que en realidad roba sus obras para llenarse de lujos. Su muerte resultó atroz y enigmática. En paralelo, cuenta la vida de Alberto Yarini Ponce de León, un aristócrata desviado, proxeneta, elegante y tan violento como tierno. Fue asesinado a tiros una noche. Se puede uno imaginar la época en que La Habana era la Niza del Caribe, donde convivía la riqueza casi grosera con la miseria.

Finalmente, “Revolución”, de Arturo Pérez-Reverte, prolífico y siempre entretenido. Acá narra la historia de la revolución mexicana en tiempos de Pancho Villa y Emiliano Zapata. El personaje que mira esta guerra es un joven ingeniero que se involucra en el espíritu revolucionario y conoce las grandezas y las sombras de quienes cambiaron la historia de México.

En fin, qué bueno sería que el 2023 depare un Chile mejor, y que los libros sean compañeros en tiempos de paz y prosperidad.

Por Álvaro Ortúzar, abogado

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