Columna de Camilo Feres: Errores no forzados

Foto: Andrés Pérez


El adelantamiento de la carrera presidencial en la derecha está tensionando a la oposición que pasó de tener un único horizonte de propósito (ser oposición) a una multiplicidad de objetivos divergentes -que intenta equilibrar cual platillos chinos- y que la tienen cerrando un par de semanas para el olvido.

Y es que la oposición está jugando varios partidos al mismo tiempo (municipal, parlamentario, presidencial), con la expectativa de contar con la primera opción para hacerse del premio grande al final del camino, pero sin contar con una estrategia política o electoral común… Y se está peleando el botín antes de tomarse la colina.

Así las cosas, y aunque contaba con ventajas objetivas, la derecha está contando de a una en una derrotas que, aunque no son significativas en términos absolutos, trasladan el problema político a sus huestes, entregándole un respiro al oficialismo.

Mientras Republicamos, Chile Vamos y Demócratas se reparten recriminaciones por perder la testera de la Cámara y por improvisar luego una revancha que asoma como nueva derrota, el gobierno abrocha pequeños logros políticos y legislativos que le permiten soslayar sus propias tensiones internas. Que no son pocas.

La ansiedad, otrora sello de las actuaciones del oficialismo, parece estar cruzando de vereda.

Como contrapartida, el oficialismo está logrando encadenar algunos logros. Mario Marcel avanzó con su proyecto anti-evasión en el Congreso; el PC obtuvo su tan ansiada (y postergada) presidencia en la Cámara y la agenda pro inversión ha contado con un par de anuncios y cifras bien recibidas en los mercados.

En el plano internacional, el burdo intento de la ministra de Seguridad de Argentina por hacer de caja de resonancia del discurso de la “amenaza iraní”, que enarbola Israel (aliado estratégico del gobierno de Milei), sumado al aún más burdo intento de la oposición por comparar la respuesta del gobierno chileno con la entregada pocos días antes a las provocaciones de Venezuela, tampoco parece haber surtido el efecto deseado.

En efecto, la semana en curso está terminando con disculpas públicas dadas por la ministra argentina -ante la protesta de Chile- y con una incipiente agenda de detención y expulsión de migrantes en situación irregular que incluso podría terminar en imágenes de aviones cargados de migrantes, escoltados por la PDI, siendo deportados a sus países de origen -incluida Venezuela-.

Nadie sabe para quién trabaja y quiénes llegaban al estadio como favoritos no están gestionando bien la presión. Los jugadores parecen estar pensando en sus próximos clubes, jugando para los veedores y están a poco de comenzar, en ese afán, a quitarse la pelota entre ellos.

Sin que nadie la conminara a ello, la oposición se puso una prueba que en algunos días más la someterá a la disyuntiva de deponer la diferenciación interna en busca de un triunfo colectivo o agudizar lo que, hasta ahora, es la tónica de sus relaciones. En paralelo, el oficialismo tiene espacio para consolidar una agenda, siempre y cuando sea capaz de focalizarse en ella y no sucumbir a la tentación de interrumpir a su adversario cuando éste se está equivocando.

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