
Columna de César Barros: El síndrome de la chita

Pareciera a ratos que este gobierno sufre el síndrome de la chita (chita o guepardo: acinonyx jubatus). Siendo el animal terrestre más rápido (alcanza los 115 km/hora), se agota después de correr unos 400/500 metros. O atrapa rápidamente a su presa, o se queda lamiéndose la cola y con hambre. Este equipo de gobierno partió con una sola “gacela” en mente: ganar el plebiscito del 4/9, lo que abriría las puertas a su verdadero programa de gobierno. Todas sus energías se vaciaron a aquello. A pesar de la invasión de inmigrantes en el norte, de la violencia terrorista de la “Macrozona”, de las bandas criminales tan ubicuas y de la inflación, todo sería solucionado después del triunfo del Apruebo el 4/9.
Lamentablemente, la chita corrió, corrió y corrió, pero la gacela se le fue lejos. Muy, muy lejos: más que inalcanzable. Y la chita quedó agotada, con hambre y con sus cachorros del FA + PC vulnerables, y sin otras “gacelas” a la vista.
Y es lamentable, porque son tiempos difíciles. Miremos la inflación, por ejemplo. Un mes con un 1% de inflación, la gente se lo banca, dos y tres también. Pero cuando ya van diez meses, y más de un 10% de alza del costo de su vida, la gente empieza a ver qué cosas básicas deja de comprar, y qué deudas deja de pagar. Volver a la meta inflacionaria “normal”, solo se logra con recesión y desempleo, que es lo que ocurre cuando las ventas caen y las deudas no se pagan. Y el gobierno -aparte de no jugarle en contra al Banco Central- debe lograr que la ciudadanía “se banque” una recesión del tamaño de la del 2008/2009, o de la crisis asiática (¿se acuerdan?), sin estallidos ni crisis política. Esto solo por reflexionar en uno de los varios problemas más o menos permanentes que enfrentamos como país. Y, en cambio, vemos que los énfasis están en la elección de Karol Cariola (nada personal con ella), en los “bordes” constitucionales y en apurar un proceso que lo único que no necesita son impaciencias (como dijo hace tiempo Felipe Lamarca: las urgencias pasan, y las c... quedan). Pero, ¿dónde están los programas concretos para La Araucanía? Hasta ahora hemos escuchado solo generalidades y reflexiones. Lo mismo ocurre con la inmigración del norte y con el crimen en las ciudades. Y como aquello “no estaba en el programa”, recién se lo están pensando, mientras reflexionan qué salió mal el 4/9. Incluso en eso tampoco hay acuerdo: el Presidente explica algo así como que “somos tan inteligentes, que nos adelantamos a este pobre país provinciano y crédulo”. O sea que la chita no solo alcanzó a la gacela, sino que, lamentablemente, ¡se pasó de largo!
En vez de preocuparse tanto de si se incluye o no en las definiciones constitucionales aquello de “las libertades” (temor increíble para quienes se dicen demócratas) o de quien encabeza la Cámara de Diputados, deberían estar de cabeza con La Araucanía, la inmigración, el crimen y juntando paja para enfrentar una inevitable recesión con inflación.
Por César Barros, economista
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