Columna de Cristián Valenzuela: Contigo en la distancia

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El Presidente Gabriel Boric en su gira por Europa.


El jueves en la mañana, Estocolmo estaba templado, con una temperatura en torno a los 15 grados y nubes pasajeras que ocasionalmente cubrían el sol primaveral. Pese a ello, el Presidente Boric caminaba preocupado, con una nube negra sobre su cabeza, angustiado e incómodo, pensando en lo que a esa misma hora ocurría en buena parte de Chile, arreciado por un fuerte temporal.

Decidió poner en pausa su agenda internacional y subir a su pieza, en el Sheraton de Estocolmo. Ahí, contemplando el Riddarfjärden desde su ventana, intentaba conectarse espiritualmente con el dolor y la angustia de sus compatriotas que enfrentaban la inevitable, pero anticipada tormenta que golpeaba con inusitada fuerza varias regiones de nuestro país.

“No es un Presidente ausente”, afirmó categóricamente la vicepresidenta Tohá. “Por especial instrucción del Presidente”, “el Presidente ha pedido”, “el Presidente ha estado en monitoreo constante”, agregó la ministra Vallejo, puntualizando que el Presidente estaba “acompañando a la distancia” a las víctimas de este temporal.

No es primera vez que el Presidente Boric tiene que enfrentar una catástrofe natural a la distancia. La primera prueba fue el incendio forestal “Santa Ana”, que comenzó en la comuna de Nacimiento a principios de febrero del año pasado y consumió miles de hectáreas del sur de Chile, destruyó cientos de viviendas y cobró la vida de más de 20 personas. El Presidente, quien se encontraba de vacaciones en la Patagonia, se vio forzado a interrumpirlas días después, para liderar en terreno la respuesta a la emergencia.

Una segunda crisis fue la generada por graves inundaciones que ocurrieron en junio del año pasado y que afectaron particularmente a la Región del Maule. Una vez más, y pese a que la fuerza del temporal se había anticipado, el Presidente decidió viajar a la Antártica a lanzar un globo atmosférico y nuevamente se vio forzado a suspender su agenda, para regresar al Maule una vez que lo más complejo de la emergencia había terminado. Finalmente, a principios de este año, el Presidente nuevamente estaba de vacaciones cuando se inició el devastador incendio de la Región de Valparaíso y recién apareció en la zona dos días después de que comenzó la devastadora tragedia.

En esta ocasión, la decisión fue distinta. Pese a que el temporal venía anunciándose hace semanas y las primeras gotas caían sobre Biobío, el Presidente optó por viajar a Europa e iniciar una gira de 10 días en el Viejo Continente, con actividades tan relevantes para Chile como visitar un museo, reuniones con chilenos en el exterior y cenas informales con la nutrida delegación chilena. Una breve reunión con el canciller alemán, con el primer ministro sueco y su participación en la Cumbre por la Paz en Ucrania en el Bürgenstock Resort, a juicio del equipo presidencial, resultaban mucho más relevantes que regresar a Chile a ver en terreno las inundaciones en Curanilahue, Lota o Curacaví.

¿El Estado siguió funcionando? Por supuesto que sí. Cada vez, con mayor precisión, la ministra Tohá ha sabido liderar a los otros ministros y autoridades para enfrentar adecuadamente las emergencias que se presentan. Incluso, como puntualizan muchos comentarios en las redes, sería deseable y hasta preferible que el Presidente siga de vacaciones o en sus largas giras en el extranjero, para que sus equipos se hagan cargo de la primera respuesta.

El problema de fondo no es ese, es otro: la desconexión profunda del Jefe de Estado con la realidad que viven millones de chilenos. La misma desconexión que evidencia cuando dice que Chile es un país seguro, mientras millones no pueden caminar tranquilos por la calle. La misma desconexión cuando habla de un país que está creciendo económicamente, siendo que miles no llegan a fin de mes. La misma desconexión cuando afirma que las fronteras están controladas, mientras cientos de inmigrantes ilegales ingresan clandestinamente al país.

A estas alturas, ya es irrelevante si el Presidente está o no está en el país cuando ocurre una emergencia, porque hay adultos que se pueden hacer cargo. Lo que molesta y da rabia es que la primera autoridad del país tenga una distancia tan grande con la realidad que viven los chilenos y que siga creyendo, en su fuero interno, que está profundamente conectado con ellos. Amigo, date cuenta.

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