Columna de Diana Aurenque: Afectos, autoría y autoridad

Boric x Monsalve


Afectos, autoría y autoridad -una tripleta “AAA” similar a las pilas pequeñas. Pero aquí la tripleta propuesta no tiene que ver con algo artificial. Observando su fisionomía, asemeja más bien a tres montañas. Y cual bastiones nacionales de identidad, como Los Andes, son también los macizos simbólicos que distinguen -y tensionan- hoy al gobierno.

¿O se atreverá alguien a rebatir que este gobierno ha sido el más afectuoso de todos?, ¿no es Boric un Presidente singular porque abraza, acoge y se expone? Ni el más hostil de los críticos podría negarlo. Esa es la primera gran A que como montaña es suya; la del “Afecto”. Pero enseguida va la segunda hermanada, la de la “Autoría”. Porque hay que saberse autor, soberano de su existencia, para saltarse protocolos de seguridad o diplomacia, o, para soltar, bajar o tender los brazos tan rápido -como en los 53 minutos de contradicciones por el caso Monsalve-. Contradicciones en las que hay que habitar no por crueldad, sino para percibir ese abismo entre “Afecto” y “Autoría” de Boric que es también “Autoridad”.

No cabe duda de la serie de errores desplegados en la mezcla de “Afectos” y “Autoría” en el caso -intentar como Presidente (autor) contener y lidiar, por sí sólo, con tantos afectos de actores e intereses en juego -víctima y victimario presuntos, principios feministas de un gobierno, la sociedad civil entera y su propio equipo. Podríamos decir, con razón, que Boric le falló al feminismo por su humanidad hacia el victimario; pero, desde otra perspectiva, ¿no habrá sido aquella contradicción entre apoyo a la víctima y demora en la remoción de Monsalve la única vía posible en medio del callejón que significa ser la cabeza de uno de los pocos gobiernos del mundo que se declaran feministas?

Boric podría haber hecho una defensa ideológica feminista y haberse puesto de inmediato del lado de la víctima (como Más Madrid en España ante las acusaciones de Iñigo Errejón); haber despedido o “cancelado” a Monsalve por la gravedad de la acusación. Pero, no lo hizo y le falló a la consigna feminista que exige un irrebatible “te creo”. Con todo, ¿no será que la demora de Boric -y del gobierno- no sean meras incompetencias, como se sostiene con ligereza, sino genuinas tribulaciones de un gobernante, afectivo y autor, que debe ser autoridad?, ¿no es obvio que entre esas “AAA” el feminismo puede devenir en una cuarta tiránica “A” de “Autoritarismo”? ¿No será que sus contradicciones renuncian imponer “su” o “la” verdad para reintegrar la justicia no al propio afecto, juicio o “buena moral”, sino a lo más básico que una autoridad democrática debe garantizar: que no puede haber absolutismo por moral que sea?

El feminismo, si bien es decisivo para ganar mayor justicia e igualdad de género, quizás tiene que poder “errar” si es gobierno, para evitar que la autoridad diluya su autoría en un afecto que siembre dogmatismo.

Por Diana Aurenque, filósofa Universidad de Santiago de Chile