Columna de Juan Ignacio Eyzaguirre: “Armados por la paz”

FOTO: OSCAR GUERRA / AGENCIAUNO

"A las autoridades de gobierno: si realmente buscan restablecer la paz ciudadana deben vigorizar el poder disuasivo de las instituciones del orden público. Solo haciendo creíble el uso de la fuerza, podrán confinarla como monopolio en el Estado. Protejan, armen y empoderen a carabineros. Acciones como estas mejorarán las expectativas sobre la capacidad de este gobierno para devolver la seguridad que los chilenos anhelamos."



“¿Qué cualidad debemos buscar en una pareja si queremos un matrimonio largo y duradero?”, se preguntaba Warren Buffet. “¿Inteligencia, humor, carácter o quizás belleza? Nada de eso”, responde el gurú. “Bajas expectativas”, asevera en tono jovial, dejando entrever una importante lección para las autoridades de gobierno. No para sus relaciones personales, sino para la batalla por la seguridad ciudadana.

Vivimos de expectativas. Éstas definen nuestras interacciones y el funcionamiento de la sociedad. Un mismo suceso puede traer satisfacción o decepción. Entre una y otra median las expectativas. Un empate puede ser una victoria o una derrota, dependiendo lo que se esperaba de ese partido. Un inesperado pequeño regalo puede traer una profunda alegría, mientras una gran celebración puede dejar un sabor amargo si no cumple con lo esperado.

Nuestras relaciones se rigen por lo que esperamos de los demás. Por ello, los sentimientos de traición son tan desgarradores. Quiebran expectativas arraigadas profundamente, por ejemplo de fidelidad en un matrimonio o de lealtad en una amistad.

También son las expectativas las que rigen nuestro sistema político, económico y social. El vertiginoso desplome del Silicon Valley Bank es un recordatorio. No hay banco capaz de sobrevivir una corrida, pues sus préstamos a plazo se financian con depósitos que se pueden reclamar el mismo día. Basta una expectativa de que otros solicitaran sus depósitos para que cualquier banco capote.

En la ciencia económica las expectativas cruzan el espectro ideológico desde los ciclos económicos de John Maynard Keynes hasta la teoría de expectativas racionales de Robert Lucas. Explican fenómenos como la inflación y los equilibrios macroeconómicos.

Cuando creemos que el costo de la vida incrementará, los empleados empujamos con más fuerza por alzas salariales. Cuando los empresarios esperan que sus insumos productivos, entre ellos el trabajo, se encarecerán, alzan el precio de sus productos. Esta es la trampa de la inflación y porqué es tan difícil deshacerse de ella. La historia ha mostrado que se ha necesitado un fuerte shock, como una recesión, para romper con las expectativas que alimentan la porfiada inflación.

Si estas verdades resultan evidentes a las autoridades de gobierno, bien vale que las apliquen también al ámbito de la seguridad ciudadana. Para la contención de la violencia no hay mejor arma que la disuasión.

Al comenzar la Guerra Fría, el Presidente Eisenhower pronunció su discurso “Atoms for Peace” en las Naciones Unidas, asegurando el compromiso absoluto de Estados Unidos por la paz global, basado en la convicción de utilizar armas nucleares contra cualquier agresor. Desde entonces, el mundo experimentó el periodo más pacífico de la historia.

Son las expectativas de la reimposición del orden por medio de la fuerza lo que lo mantiene. Paradójicamente, al desvanecerse la amenaza de la fuerza, la violencia emerge.

El General Yañez tiene razón. Es perentorio dotar a carabineros de contundentes herramientas que cambien radicalmente las expectativas en las calles para frenar la violenta delincuencia que nos aqueja.

A las autoridades de gobierno: si realmente buscan restablecer la paz ciudadana deben vigorizar el poder disuasivo de las instituciones del orden público. Solo haciendo creíble el uso de la fuerza, podrán confinarla como monopolio en el Estado. Protejan, armen y empoderen a carabineros. Acciones como estas mejorarán las expectativas sobre la capacidad de este gobierno para devolver la seguridad que los chilenos anhelamos.

* El autor es Ingeniero Civil UC y MBA/MPA de la Universidad de Harvard.

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