Columna de Max Colodro: Estabilizados



En su mensaje a la nación, el Presidente Gabriel Boric insistió en que su gobierno ha normalizado al país. Tiene razón: la actual administración es una epifanía del ciclo de deterioro que el país vive hace más de una década. Un solo ejemplo: la ministra Vallejo destaca los extraordinarios flujos de inversión hacia Chile en el último tiempo. O sea, la autoridad ni siquiera revisa los Ipom del Banco Central, que confirman una caída de la inversión total en 2023 y proyectan también una cifra negativa para el año en curso.

El deterioro de la inversión de la última década en relación a la anterior es dramático y, en ese sentido, es verdad que el actual gobierno solo ha venido a estabilizar dicha tendencia. La reforma tributaria impulsada por el segundo gobierno de Michelle Bachelet, que nos dejó con un impuesto corporativo superior al promedio de la OCDE, tuvo un efecto demoledor en el crecimiento, y el estallido social, con todas sus secuelas, hizo el resto. El crecimiento promedio de 1,1% del PIB en los dos primeros años de esta administración es el peor resultado para un gobierno desde 1990.

Pero no es todo: el crecimiento tendencial de la economía chilena para la próxima década se ubica en torno a 2%, lo que, restando el crecimiento de la población, deja el PIB per cápita hasta 2033 en niveles muy escuálidos. Ello, en un país donde las tomas de terreno y los campamentos proliferan como en los peores momentos de nuestra historia; donde la inseguridad y el miedo a la delincuencia pasaron a ser un modo de vida; donde el empleo informal no deja de crecer y el deterioro del sistema político provocado por la reforma de 2015 vino a hacer imposible construir acuerdos razonables para el mediano y largo plazo.

En fin, a veces pareciera que la incapacidad para entender la magnitud de lo que estamos viviendo es parte del problema. Y tener hoy al oficialismo tratando de convencernos de lo bien que lo han hecho es el mejor resumen de la desconexión en la que viven sus representantes. Sectores que todavía no pueden explicar dónde están las decenas de miles de millones de pesos hechos desaparecer a través de fundaciones ideológicamente falsas; que ahora ya no tienen problemas para justificar los estados de excepción en la Macrozona Sur o poner a militares a cuidar las fronteras, y que solo transmiten indolencia frente al fracaso de las reformas educacionales que ellos mismos promovieron hace una década para mejorar la calidad y acortar las brechas.

Son apenas algunos destellos de la “nueva normalidad”, de ese país estabilizado por un gobierno que incluso prometió condonar el CAE y pagar la deuda histórica a los profesores, sabiendo que jamás sería posible. Tienen razones para el reconocimiento: ningún otro gobierno lo hizo mejor estabilizando nuestro camino hacia la mediocridad, una senda donde las cosas no han estado todavía peor solo porque el gobierno ha vivido, desde su primer día, una larga y demoledora lista de derrotas.

Por Max Colodro, filósofo y analista político

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