Columna de Paloma del Villar: Abuso sexual infantil: minimizando una epidemia



Con perplejidad hemos observado el debate en las redes sociales sobre las tesis y artículos generados sobre la pedofilia en el marco de la formación de profesionales en la Universidad de Chile. Mayor asombro nos ha causado la declaración de la Facultad de Filosofía y Humanidades, donde se minimizan y justifican los hechos señalando que las tesis bajo escrutinio son “de corte puramente teórico” y por ende “no reportan intervención sobre poblaciones humanas”.

En Chile, el abuso sexual en la niñez es una epidemia. De acuerdo a un estudio de CUIDA UC (2022), uno de cada cinco adultos experimentó algún tipo de abuso sexual siendo menor de edad. Entre ellos, existe el doble de prevalencias de trastornos de salud mental y un 20% más de diagnósticos en enfermedades físicas, en comparación con quienes tuvieron infancias libres de aquellas experiencias traumáticas. Tenemos también reportes que provienen de niñas y niños. La encuesta nacional de polivictimización (2017) indica que un 26% de los estudiantes de séptimo a tercero medio reporta haber sufrido algún tipo de victimización sexual en su vida. Estas victimizaciones aquejan a los más desaventajados: aquellos que viven sin sus padres, con alguna capacidad física diferente, mujeres y de escuelas más vulnerables.

Fundación Colunga ha apoyado a diversas organizaciones que atienden día a día los efectos del abuso sexual. A través de ellas somos testigos de que el acompañamiento a las víctimas y la reparación requieren de un esfuerzo enorme tanto para las víctimas como para los profesionales que los acompañan.

Existen muchos factores que explican la extensión de esta epidemia, pero uno fundamental es la cultura de la minimización y la justificación de estos hechos. Los trabajos que fueron divulgados representan un retroceso en la comprensión del fenómeno y carecen del entendimiento basal de que los adultos tenemos responsabilidad en hacer valer los derechos del niño y la niña, incluido el de la indemnidad sexual. Sin este consenso será imposible reducir las preocupantes cifras y dolorosas experiencias vitales que abundan en Chile.

De aquí que la respuesta de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile resulte impresentable. Requerimos de un rol comprometido de la academia, que se ocupe de la construcción de saberes y debates teóricos que fortalezcan la defensa de los derechos de la niñez, que apelen a su interés superior, y que no retrocedan relativizando aquello que ha sido fortalecido desde la Convención de los Derechos del Niño. Esperamos que las acciones señaladas por la rectora tengan un impacto positivo a nivel institucional, pero también que se fortalezca la necesidad de seguir trabajando en la prevención del abuso sexual contra las niñas y niños en todas las esferas de la vida social.

Por Paloma del Villar, directora Observatorio Niñez de la Fundación Colunga

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