En campaña se hacen muchas promesas motivadas por el entusiasmo o la creencia de que se pueden lograr o por la ignorancia o inexperiencia de cómo se ejecuta el presupuesto. Al fragor de la asamblea (sea digital o estudiantil), las promesas suman. De ahí surgirá el programa, posteriormente vendrá la victoria o la derrota en las urnas. El problema realmente empieza cuando ganas.

En el caso del gobierno, la carrera meteórica de la coalición política y en particular del Presidente Boric, los hizo creer que contaban con la gran mayoría de las personas de su lado. La fantasía fue pensar que el programa era conocido y abrazado por esas mayorías. Enamorados de su oferta (el programa y sus cientos de medidas) se hicieron a la tarea de concretar las promesas. Y ahí comenzaron a lidiar con la oposición, los enemigos internos, las vanidades y egos de las autoridades, además de la maldita contingencia, los errores propios y la veleidosa opinión pública. Lo anterior ha sido pasmosamente difícil. Difícil y poco glamoroso. El día no alcanza, y la noche es corta.

Enamorados de su propia historia, ilusionados con la victoria de hace 15 meses, y cuando comenzaban a entender y manejar los códigos del poder, la oferta que le hicieron al país ya no genera la misma ilusión. O nunca ilusionó a todo el mundo si pensamos que el Presidente Boric (al igual que los expresidentes Piñera y Bachelet) llegaron al poder con voto voluntario, donde se ignoraba lo que realmente pensaba el 55% del electorado potencial. Ahora que las votaciones son obligatorias, descubrimos que somos un país más conservador, menos revolucionario y pragmáticos a la hora de hacer cambios.

Algunos datos de lo que creen las y los jóvenes (entre 15 y 29 años) según la Décima Encuesta Nacional de Juventudes (2023) grafican esto: un 43% de las mujeres no tiene ninguna disposición, bajo ninguna circunstancia, al aborto; el 42,7% de las personas jóvenes cree que el matrimonio es para toda la vida; al 70% no le interesa la política, y un 45% cree que las RRSS son una mejor herramienta que el voto para dar a conocer las demandas de la gente. Solo un poco más de la mitad de los jóvenes piensa que la democracia es el mejor sistema de gobierno (56,6%). Estos datos adquieren otra dimensión cuando se suman adultos y tercera edad en la votación obligatoria. El baño de realidad es encontrarse con una demanda que ignora o no valora la oferta política.

Esto le sucederá a cualquier fuerza naciente o triunfante si se enamoran de su propuesta y no atienden la demanda. Ser oposición y estar dando lecciones de cómo se hacen las cosas ha demostrado ser fácil y un buen camino para llegar. El Presidente no lo pudo decir mejor: “no cometan el mismo error que cometimos nosotros”. Aún queda tiempo para demostrar que no aman su oferta, sino que están atentos a lo que las personas necesitan. Para eso es urgente afinar la manera de escuchar lo que las personas buscan.

Por Paula Walker, profesora Escuela de Periodismo Usach