Desafíos de la presencialidad: todos convocados

Clases presenciales.

Por Bernardita Yuraszeck, directora ejecutiva de la Fundación Impulso Docente

Se acaba marzo, mes marcado fuertemente por el masivo retorno de niños, niñas y adolescentes a clases presenciales en condiciones que pretenden ir dejando progresivamente atrás las restricciones que nos trajo la pandemia.

Tanto directivos como docentes han manifestado sentirse desafiados en contener y conducir este proceso, considerando los niveles inusitados de desregulación, agresividad e incluso violencia que han vivenciado dentro y fuera de la sala de clases .Y es que junto con la alegría de volver a reunirnos, en la interacción con otros también están emergiendo las consecuencias de dos años de encierro, el exceso de exposición a pantallas y redes sociales y, en muchos casos, la escasa interacción con otros niños de la misma edad.

Así, tomar conciencia de la envergadura del desafío parece un primer paso fundamental. Luego, asumir que no tiene soluciones únicas ni inmediatas. El liderazgo de los equipos directivos, la colaboración de los docentes, el involucramiento de los apoderados, el apoyo de las autoridades locales son elementos centrales a coordinar para avanzar.

Nuestras educadoras, docentes y equipos directivos son agentes claves de la salud mental de nuestros niños, niñas y adolescentes, aunque no siempre se tenga conciencia de ello o se aborde con menor frecuencia en las comunidades educativas, muchas veces por falta de tiempo o de herramientas concretas. Pero cada día se abre la oportunidad de generar experiencias de aprendizaje que pongan al centro el bienestar de los estudiantes y su desarrollo. La escuela, en ese sentido, es un espacio propicio para esto, hoy más que nunca, en medio de una pandemia que sigue su curso.

En torno a este desafiante y tenso contexto educativo, también han surgido diversas preguntas, entre ellas, ¿cómo simplificamos la carga administrativa para que los profesionales de la educación puedan priorizar ejercer esa función? ¿Qué nuevos apoyos y acompañamiento podemos entregar a los equipos directivos para enfrentar esta situación compleja? ¿Cómo podemos ir aprendiendo de las comunidades que vayan encauzando de buena forma este proceso? ¿Qué otras instituciones locales se debiesen articular intencionadamente con las escuelas para enfrentar el desafío?

Nuevas autoridades, medios de comunicación, organizaciones de la sociedad civil, apoderados, estamos todos llamados a tomar conciencia del desafío y a colaborar para que nuestras comunidades educativas salgan fortalecidas como espacios seguros de encuentro para el desarrollo integral de todos nuestros niños. No hay respuestas fáciles, pero sí la certeza de que estamos todos convocados a buscarlas.

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