El liderazgo imposible de Jeannette Jara
El buque de la candidatura de Jeannette Jara comienza a ponerse a prueba ahora que zarpó y está mar adentro de la campaña presidencial, que es cuando se conoce de qué madera está hecho, si está bien estibada la carga y la naturaleza humana de los marinos.
Y las cosas no pintan bien.
Si bien la candidata ha hecho todos los esfuerzos por mostrarse como la carta de una coalición amplia, de centro a la izquierda, y no del Partido Comunista (PC), este posicionamiento comienza a mostrar sus límites por el simple expediente de que no hay tal coalición.
Lo hemos dicho insistentemente, el animus societatis del sector no está amalgamado por proyectos y sueños colectivos, sino por un inveterado temor a perder el poder y por la posesión de una fracción de una franquicia -la centro izquierda- que da derecho a sentarse en una mesa a negociar candidaturas y cargos. Detrás de eso, hay proyectos contradictorios y desorientaciones varias, que hacen incongruente la alianza, lo que lleva ineludiblemente al conflicto.
Eso es lo que hay de fondo en el bochornoso episodio en el que José Antonio Kast le propinó un golpe certero a Jara en un debate, al decirle que las nacionalizaciones del cobre y el litio son “ir para atrás”, ante lo cual la candidata terminó desmintiendo su propio programa de primarias, donde efectivamente se propone esas estatizaciones. Jara trató de salir del paso diciendo que había cometido un error, pues lo que dice el programa es indesmentible, pidiendo disculpas por ello y anunciando que respecto del tema todavía no hay definiciones. También informó que se restaría de nuevas instancias de debate como la que acababa de tropezar, entrando así en un peligroso “cuartel de invierno”.
El problema es que con el arribo de la ambigüedad, la candidata no solo no corrige el error, sino que profundiza en el mismo. Así, surgió la rápida intervención del economista Luis Eduardo Escobar, quien torpemente intentó fijar la gramática económica de la candidatura de Jara, no solo negando las pulsiones iliberales de ésta, sino que comprando ideas mileistas, como la reducción del aparato estatal. Con eso probablemente Escobar quiso sacudirse de quienes habían apostado por un proyecto más de izquierda en la fase de primaria, pero al costo de desfigurar un proyecto con reales pretensiones progresistas.
Esto pasa porque la lucha no se dio en el puerto, como debió darse, antes de zarpar, por lo que se está dando ahora en el barco, lo que supone un riesgo de naufragio y una amenaza al liderazgo de la almirante, quien -en alta mar- deberá arbitrar rápido hacia dónde ir, y nombrar su estado mayor, en detrimento de marinos ya embarcados. No sirve esconderse en su camarote, pues es imposible resolver así la crisis programática, orgánica y disciplinaria que avisa este episodio.
Jara parece no comprenderlo, y comete los mismos errores que hicieron naufragar a Carolina Tohá en la primaria. Sus contraalmirantes hablaban por ella, intentando forzar sus posturas ante problemas cuya definición tiene costos ineludibles. Así, Óscar Landerretche fue el Escobar de Tohá, quien trató de alejar a su abanderada de Jara y de cualquier compromiso político más allá de los que indican los excel que hacen cálculos electorales.
Es por eso que Jara debe suspirar y asumir que no tiene el capital político ni electoral de Michelle Bachelet, que es la creadora de la comunicación política con vocación ecuménica, que le permite navegar en la ambigüedad, los silencios y las ausencias. La ex Presidenta lo lograba no porque era simpática, como Jara, sino porque era una tromba electoral -sin la mochila de una militancia conflictiva-, que le permitía hacer lo que quería sin comprometerse.
De este modo, Jara no puede seguir escondiéndose en una “cariñocracia” que solo funciona con la Bachelet original, de una década atrás. A la candidata no le queda otra que decir lo que piensa y quiere, so riesgo de quedar varada en el océano, y expuesta a los motines que tanto teme.
Por Cristóbal Osorio, profesor de Derecho Constitucional, Universidad de Chile.
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