Elecciones y constituciones, 1920, 1970, 2020

Hace apenas cincuenta años Chile se encontraba viviendo uno de los procesos más importantes y complejos de su historia: la elección presidencial de 1970, en la que resultó elegido Salvador Allende. Medio siglo antes había ocurrido algo análogo, con la campaña de 1920, que llevó a La Moneda a Arturo Alessandri Palma. Sus gobiernos terminaron con sendas intervenciones militares, que dieron paso –cada una según sus respectivas circunstancias–, a las nuevas constituciones de 1925 y de 1980.
Es interesante destacar un aspecto muchas veces olvidado: en ambos casos, las elecciones presentaron discusiones sobre la necesidad de reformar e incluso cambiar la carta fundamental. En su discurso-programa de 1920, Arturo Alessandri se refirió dos veces al problema: "El Gobierno debe afrontar resuelta y definitivamente las reformas constitucionales que actualmente exigen el desarrollo y crecimiento del país y, así como el marino para salvar su nave del peligro y librarla de los escollos pone proa a la tempestad, los gobernantes deben también acometer de frente la solución de los problemas que exige la evolución de los pueblos". En otra parte señaló: "Nuestro organismo social entero, nuestro régimen constitucional, requieren en los momentos actuales reformas urgentes y radicales". Las disputas contra la mayoría opositora en el Congreso Nacional hicieron inviables los cambios dentro de la institucionalidad.
En 1970 la demanda fue más transversal. El programa de la Unidad Popular expresaba escuetamente: "Una nueva Constitución Política institucionalizará la incorporación masiva del pueblo al poder estatal". Jorge Alessandri, por su parte, expresó en el suyo que "es indispensable una reforma profunda y drástica de nuestra Constitución Política", para superar la "democracia inorgánica" que afectaba al país.
Radomiro Tomic, a su vez, también manifestó que "Chile necesita una nueva Constitución", que incluía la participación del pueblo en diferentes instancias, incluso lo que denominaba un "arbitraje plebiscitario". Los tres candidatos compartían que Chile vivía una crisis y que un cambio constitucional contribuiría a superarla, aunque tuvieran sentidos distintos en sus posturas.
Un siglo y medio después de ambas elecciones, el país se encuentra enfrentado a un proceso constituyente inédito, nacido no de los golpes militares ni de la guerra civil, pero no exento de violencia. Chile, un país que en su historia ha sido relativamente estable y democrático, vivirá esta situación con los remezones de una crisis que tiene elementos económicos, sociales y políticos que deben ser procesados con inteligencia y visión de futuro, para que de la crisis surja un Chile mejor, en vez de que se produzca una profundización de los problemas sufridos en los últimos meses.
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