Entre el cielo y el abismo

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SENADO - SALA DE SESIONES - COMPUTADORES - PANTALLAS - EQUIPOS - HOMBRES - PIERNAS - DETALLE - VISTA CENITAL - TEMATICA - CONGRESO NACIONAL - VALPARAISO - QUINTA REGION - PUBLICADA - La Tercera - 20150610 - Senado - CON - 04 de DICIEMBRE de 2013/VALPARAISO. Con la presencia del ministro de hacienda Felipe Larrain, se discute el Proyecto de ley, que otorga un reajuste de remuneraciones a los trabajadores del Sector Publico. FOTO: PABLO OVALLE ISASMENDI/AGENCIAUNO Senado - Valparaiso - Region de Valparaiso - Chile


Que nuestra democracia está pasando por un momento particular de su historia reciente, no es novedad para nadie. Se trata de una coyuntura crítica que, dependiendo de las decisiones que tomen hoy los actores políticos y la conciencia que se instale en la ciudadanía sobre lo crucial de esta etapa, nos puede instalar entre las democracias desarrolladas del mundo o podemos sufrir un retroceso de tal magnitud que será difícil desandar el camino trazado.

Esta semana conocimos tres índices que nos hablan de este momento particular que debe darnos señales de alerta a todos sobre la profundidad de lo que nos jugamos en estos meses. Por un lado, el Índice de Desarrollo Democrático de The Economist nos permite, por primera vez, superar la categoría de "democracia defectuosa" para pasar a convertirnos en una "democracia plena" justamente por aquello que ha sido la tónica del último tiempo en Chile, la mayor participación a partir de las movilizaciones sociales, situándonos en el lugar 21 a nivel mundial. Esta es una buena noticia, que coincide también con los datos que nos ha mostrado la Auditoría a la Democracia de PNUD en su balance de estudios realizados en los últimos diez años en Chile. Si hay algo que ha cambiado en los últimos años en nuestro país es la voluntad de los ciudadanos para levantar y expresar sus demandas. En efecto, el estudio del PNUD nos muestra que en menos de una década los ciudadanos han aumentado ostensiblemente su participación en algún tipo de acción política. Por eso no es raro que la consigna de las manifestaciones sea que "Chile despertó".

Este despertar de la ciudadanía chilena, sin embargo, coincide con un momento preocupante de nuestro sistema político. Otro de los índices conocidos esta semana, el de percepción de corrupción de Transparencia Internacional, nos muestra que si bien Chile sigue teniendo una posición relevante en el continente, ubicándose después de Canadá, Uruguay y Estados Unidos, presenta también una baja sostenida en los últimos años.

Las modestas pero alentadoras noticias de estas mediciones coinciden, sin embargo, con otras señales de alerta preocupantes. Si bien la desesperanza aprendida finalmente no se transformó en una lamentable resignación respecto a nuestro sistema político y social, como ha sido la tónica en otras latitudes, lo cierto también es que estamos en un momento de debilidad institucional preocupante. De acuerdo al PNUD, no sólo ha aumentado la desafección y la no identificación en el espectro político, ha aumentado también la desconfianza generalizada en las instituciones asociada a los escándalos de corrupción, en un país que hasta hace poco parecía una honrosa excepción en la región. Así, este estudio destaca el aumento de los "demócratas escépticos", es decir, ciudadanos que valoran la democracia, pero desconfían de todas sus instituciones.

El gran dilema está en que la solución del problema que se ha planteado con el estallido social parece radicar justamente en las instituciones y los actores que lo han generado, y de ahí la importancia, pero, al mismo tiempo, la debilidad del camino institucional que se ha trazado.

En tal sentido, es imprescindible pensar que los pasos que nos van a llevar al primer hito del proceso constituyente el 26 de abril requiera todas las certezas institucionales para generar un resultado íntegro y transparente, que otorgue confianza y que goce de legitimidad ciudadana. Ello requerirá, sin duda, que el mundo político tenga la capacidad de dar señales correctas en la línea de ir avanzando en las reglas del juego para enfrentar todos los hitos asociados al cambio a la Constitución, pero, al mismo tiempo, ser capaces de ir atendiendo los debates sustantivos que han surgido al calor de la movilización ciudadana: agenda de reformas sociales, el respeto a los derechos humanos y el orden público, agenda antiabusos en el mundo público y privado, reformas políticas sustantivas como el límite a la reelección y la rebaja a la dieta parlamentaria, son sólo algunas de las temáticas que no pueden esperar.

Así las cosas, en un escenario de esperanza, pero también de fragilidad, dependerá de la claridad y capacidad de diálogo de muchos de los que hoy son los tomadores de decisiones que esta coyuntura histórica nos lleve al cielo o al abismo.

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