Opinión

Gabriela Mistral: la escritora de los recados

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Este 7 de abril se recuerda el nacimiento de Gabriela Mistral (1889-1957). A pesar de su innegable importancia, la mayoría de los chilenos nos referimos a ella y a su obra a través de penosos lugares comunes. Sin haber leído su poesía, la gente la reconoce como una chilena ilustre y al nombrarla repiten a menudo versos aislados e incompletos, fuera de contexto, que probablemente aprendieron en sus primeros años de vida escolar. Y hasta ahí llega esa mayoría en lo que dice a Gabriela Mistral y su poesía. Puede que un significativo segmento de habitantes de Santiago la identifique con el GAM, el centro cultural levantado en su honor. Y seguramente hasta allí llega también ese segmento, limita con los muros de un edificio monumental. Hay muchos chilenos que la relacionan con la educación, aunque poco se sabe de su pensamiento y acción en estas materias.

En los últimos años, el nombre de la poeta se asocia en torno a la discusión sobre definiciones de género. Dentro de su oficio más celebrado –la literatura- es sorprendente el desconocimiento que hay sobre las múltiples dimensiones en las que se destacó Gabriela Mistral en materia literaria, pues cultivó diferentes modalidades que están más allá de la publicación y difusión de su obra poética. De la mano de su oficio poético, fue también una sorprendente ensayista, sobresaliente entre los connotados de su tiempo. Esta actividad la ejerce tanto en espacios de reflexión estética; en el domino de la crítica literaria, como también en la discusión política. En el terreno del comentario estético, acostumbraba a educar a jóvenes y público en general a través de concurridas conferencias. De sus varias visitas a Cuba, queda registro de ello.

Su dominio teórico-crítico en la reflexión literaria la instala como una de las conocedoras más acabadas del género poético a nivel continental. Prueba de ello es su celebrado ensayo sobre los Versos Sencillos de José Martí que los cubanos desde temprano eligieron como prólogo para las ediciones de esa obra. En la discusión política, merece la pena poner atención a los matices que dan relieve a su "Recado para Eduardo Frei". Allí no sólo celebra las ideas del futuro gobernante, lo felicita por sus propuestas, pero también lo regaña por no considerar dentro de su proyecto gubernamental el voto femenino. Cuestión imperdonable para Gabriela Mistral cuando ya se iniciaba la década del 40 del siglo XX. Para las generaciones venideras quedará el legado más panorámico de Gabriela Mistral. Es de esperar que a futuro se la lea en las múltiples dimensiones que nuestra Premio Nobel tiene para ofrecernos.

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