Opinión

Hablemos de cunas

sala cuna

Un niño solo en un balcón, con riesgo de caerse desde un piso muy alto. Doce o más niños hacinados en un departamento de un ambiente, bajo el cuidado de una persona que no es parvularia ni asistente de párvulos. Madres que se van a trabajar sin saber si sus hijos comerán, serán mudados, estarán bien, durante su jornada de trabajo.

Son imágenes que sólo capturan la atención cuando uno de esos niños, que pasan el día en lugares clandestinos (o informales), sufre una desgracia. Y el video se viraliza, todos se espantan, pero luego se olvida.

Y entonces, vuelve la sordera colectiva sobre el hecho de que hay miles de niños sin acceso a sala cuna y jardín infantil universal. Una de las mayores y peores injusticias sociales de Chile hoy, y uno de los peores atentados para el bienestar de las familias. Una parte de este problema ya se abordó, con la Ley 21.753, que modernizó la oferta de educación parvularia y permite a la autoridad regular. Bien.

Pero falta asegurar ese derecho a una buena sala cuna a todos los niños y niñas. Falta acceso, y falta también flexibilidad, es decir, que los horarios de las salas cunas hagan sentido para las madres y padres. Jornadas cortas, mucho feriado, vacaciones de tres meses, claro que no ayudan.

Hoy hay una pequeña ventana de oportunidad para sacar adelante una política pública transformadora, como es derogar el artículo 203 del Código del Trabajo, que dice que tendrán derecho a sala cuna solo los hijos e hijas de empleadas de empresas con 20 o más mujeres. Todo en ese diseño está mal. Primer error: que sea un beneficio para algunos niños, y no un derecho. Es como si ser atendidos en urgencia cuando se está en riesgo vital fuera un “beneficio” y no un derecho, básico, de una sociedad que se ve a sí misma como un todo, y no como una suma de individualidades donde cada cual se rasca con sus uñas, y donde en nada importa ni afecta el destino del del lado.

Segundo: que esté asociado a la contratación de mujeres solamente. Eso explica la llamada “multa por hijo” que experimentan las mujeres: menos acceso a empleo, menos ascensos y menos paga. La idea que infiltra nuestra cultura es que los hijos son una “carga” y que son “carga” de la madre. (Y después hay quienes se sorprenden de que la tasa de fecundidad esté por los suelos…).

Este artículo 203 reafirma y mantiene el estereotipo de que los hombres sólo deben proveer dinero, y las mujeres, sólo cuidar. Es un daño a las mujeres para poder acceder al mundo del trabajo (su autonomía económica habilita las demás, y porque la mejor receta contra la pobreza es que las mujeres puedan tener trabajos formales). Y también es un daño que los hombres no sean vistos como cuidadores. Se priva a los niños y niñas de sus cuidados, se priva a hombres de una dimensión fundamental de la vida.

Consenso de que hay que cambiar el 203 hay. El problema ahora es de voluntad política, tanto del gobierno (que debe ponerle discusión inmediata), como de la oposición, para concretar un anhelado acuerdo.

Además del principio de justicia social, de apoyo real a las familias que deciden tener hijos, y de darles un buen cuidado a los futuros y futuras chilenas, hay que ver que este artículo 203 es un muy mal negocio para Chile. Quienes alegan por los costos -haciéndolos piedra de tope- deben reconocer que no es inocuo económicamente dejarlo tal cual; el estatu quo hace que Chile pierda dinero. El cuidado de menores deja a una de cuatro mujeres fuera del mercado laboral (Chilemujeres-OCEC UDP). Según cálculo del destacado economista Rodrigo Valdés, si en Chile se incorporara a la fuerza laboral un 10% de quienes están fuera, el Producto crecería por una vez en más de 4%.

Hay que actuar sin anteojeras ideológicas: ni la oposición puede parar esto desde la lógica de no “darle un legado al gobierno de Boric”, ni tampoco se puede hacer caer este proyecto por discrepancias sobre quién provee el derecho, o las agendas de gremios. Hay 25 mil madres de niños pequeños sin trabajo. ¿Qué puede importar si la sala cuna es de propiedad privada o si es estatal para ese niño, para esas madres?

Tras 27 años de intentos de cambiar este porfiado artículo 203, este es el momento de derogarlo. Chile puede. Con el mismo espíritu que mostraron tanto el presidente en ejercicio como el presidente electo cuando se saludaron el 14 de diciembre; con el mismo espíritu que tuvo la candidata derrotada al ir a visitar con amistad cívica al ganador, y este, al recibirla con el respeto que se merece; con ese espíritu de unión en la diferencia -que cuando aparece, es de lo mejor que los chilenos y chilenas tenemos que ofrecer- hay que sacar la sala cuna universal adelante. Sería el mejor legado de todos los liderazgos actuales, una señal de que pese a vivir en un mundo polarizado, donde cunde y rinde la política del cortisol, hay temas que, en Chile, están aún por sobre la belicosidad.

Y esto es lo que puede y debe unir: la buena cuna que podemos darle a cada niño y niña de Chile.

De eso se trata, ni más ni menos, la sala cuna universal.

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