Hacia una nueva estrategia


El país vive con angustia el desarrollo de la pandemia con sus secuelas de contagiados, enfermos graves y fallecidos, saturación de UCI, y paralización por más de un mes de las mayores comunas. Existen dos enfoques para enfrentar lo anterior.

El primero, consiste en la imposición de cuarentenas masivas y fue aplicado en Chile sin lograr contener los contagios y muertes. Su objetivo es solo “aplanar la curva” para no saturar las UCI. Además, se pagó el costo social y económico de paralizar el Gran Santiago, sin haber obtenido lo prioritario porque la gente “sana”, joven y de bajo riesgo nunca se convenció de que debe cumplir con la cuarentena.

La nueva estrategia de Testear, Trazar y Aislar, tampoco funcionará. Los números no calzan. Imposible aislar a 6.000 contagiados y 60.000 contactos diarios con 20.000 cupos en residencias sanitarias dada la dificultad de aislarlos en sus hogares y fiscalizar lo anterior.

El segundo enfoque consiste en aislar en un 100% a los adultos mayores de 65 años y a los menores de esa edad con enfermedades crónicas. Claudio Sapelli, director del Instituto de Economía de la PUC, afirma que se ha empezado a imponer esta segunda idea entre muchos especialistas internacionales.

Chile debe crear una unidad operativa que trabaje con los alcaldes para concretar con éxito este segundo enfoque. ¿Cómo?

1º Desarrollando una excelente y masiva campaña orientada a explicarle a los vulnerables y sus familiares la necesidad de aislarlos y cómo se hará. Debería ser comunicada por una persona que el pueblo aprecie y le crea. Don Francisco sería un excelente candidato.

2º Los adultos vulnerables deberán aislarse solos o acompañados por un pariente, por dos meses o más, fiscalizados mediante celulares georreferenciados, a cambio de un subsidio importante, y de recibir alimentos, medicamentos y otros servicios de forma 100% segura desde el exterior. La logística de esto deberá ser licitada por el Estado.

3º Los vulnerables no autovalentes, o que viven hacinados, deberán aislarse, ya sea retirando al resto de los habitantes jóvenes sanos a albergues o trasladando a los mayores a residencias sanitarias o a casas de personas que estén dispuestos a aislarse con ellos y cuidarlos a cambio de una remuneración muy atractiva.

¿Cuáles serían los beneficios? Cero muertes del grupo aislado, gran capacidad de recibir enfermos del sistema sanitario y, si es que alguna comuna se acercara a la saturación, se aplicaría una cuarentena en ella a los no vulnerables. También, espacio en UCI para los enfermos graves no contagiados con el virus; ganar tiempo a la espera de vacunar contra el Covid-19. La actividad económica no se detendría, evitando así los enormes costos económicos y sociales que estas paralizaciones forzadas de vulnerables y no vulnerables juntos nos están ocasionando.

Es hora de pensar en una nueva estrategia. Más de lo mismo no solucionará nada.

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