SEÑOR DIRECTOR:

Estamos ante una verdadera tragedia humana, económica y de pérdida de capital natural a consecuencia de los incendios que afectan desde la Región del Maule hasta La Araucanía.

Humana, por la pérdida de vidas y destrucción de escuelas que no podrán abrir en marzo, repercutiendo en niños y niñas ya afectados por la pandemia. Y en lo económico, por las pérdidas materiales y las complejas encrucijadas respecto del uso particular o público de bienes tan esenciales como el agua.

En Clapes UC calculamos que el costo fiscal de los incendios asciende a US$ 278 millones. Desde el punto de vista productivo, se estiman pérdidas en torno a los US$ 540 millones, por los daños en telecomunicaciones, agricultura y turismo. Sin embargo, estamos en la parte baja de las estimaciones, porque aún no consideramos el valor del capital natural perdido.

Entre enero y lo que va de febrero de este año son más de 210 mil hectáreas (ha) las afectadas, con un acumulado desde julio de 2022 cercano a las 375 mil ha, el segundo más alto después de 2017. En esta superficie se ha dañado el capital natural de plantaciones forestales, bosque nativo, praderas, matorrales, terrenos agrícolas, humedales, áreas de vegetación y áreas urbanas; afectando el stock productivo de los terrenos, con consecuencias colaterales a los servicios añadidos que brindan, como hábitat de fauna y flora, gestión de recursos hídricos y captura de emisiones de CO2, entre otros.

La medición de estas características en la valoración del capital natural seguramente nos brinde otra mirada de la magnitud de esta tragedia, que lamentablemente pareciera ser más frecuente año tras año.

Los incendios nos dan otro ejemplo de por qué es necesario profundizar lo antes posible las mediciones de capital natural en Chile.

El Comité de Capital Natural convocado por el Ministerio de Hacienda es un acierto, y ya cuenta con una misión y varios ejemplos que demandan su acción.

Luis Gonzales Carrasco

Coordinador Económico de Energía y Medio Ambiente de Clapes UC