Opinión

La disminución artificial de la brecha salarial de género en pandemia

AGENCIAUNO

Por Andrea Bentancor, Directora del Proyecto Fondef NiMásNiMenos y académica de la Facultad de Economía y Negocios UTalca Campus Santiago.

Décadas de reducción de brechas en escolaridad, cambios culturales, cambios demográficos y la promoción de una agenda pro-corresponsabilidad, sugerían que ya no habría retrocesos y que la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo había llegado para quedarse.

En ese mundo prepandémico, la brecha salarial de género se mantenía en niveles altos y estables, constituyéndose en un indicador resumen de lo que sin lugar a duda quedaba por mejorar. En efecto, las mujeres venían trabajando de manera remunerada cada vez en mayor proporción, faltaba lograr que ganaran más y que la diferencia en el salario promedio de hombres y mujeres cayera. Sin embargo, los porfiados números mostraban que ésta se mantenía en torno a 20% (año a año hasta 2019). Es decir, las mujeres trabajadoras dependientes (asalariadas) recibían en promedio aproximadamente 20% menos que los hombres asalariados.

El COVID-19 alteró ese panorama, la participación laboral cayó de manera sustancial, entre otros motivos debido a las dificultades relacionadas al cuidado de niños y niñas. El número de mujeres que potencialmente se reincorporarían a sus puestos de trabajo en caso de resolver con quién dejar a sus hijos e hijas, en un período con salas cunas, jardines infantiles y colegios cerrados, aumentaba desde las 450 mil de fines de 2019 hasta el millón del peor momento de la pandemia.

Como resultado de ese retroceso, cambió la composición de la ocupación femenina, ya que quienes no lograban superar obstáculos en materia de cuidado salieron del mercado de trabajo. Ese cambio se reflejó en la brecha salarial de género. Así, mientras la brecha salarial mensual era 19% en el cuarto trimestre de 2019, en el mismo periodo de 2020 se situó en 14% y en igual lapso de 2021 se ubicó en 15%, según datos de la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI), dada a conocer estos días.

En poco más de dos años, el mercado laboral femenino vivió fuertes cambios. Si bien la pandemia visibilizó más claramente los problemas de cuidado, también naturalizó el cierre de salas cunas y jardines infantiles, el teletrabajo como herramienta para conciliar cuidado y trabajo, y las extensiones del postnatal.

La esencia y las consecuencias de esas transformaciones ameritan estudio. Lo cierto es que a 28 meses del inicio de los confinamientos la tasa de participación laboral femenina aún no completa su recuperación y las estadísticas de brecha salarial de género muestra una reducción que esconde que son las mujeres que reciben menores salarios las que aún no terminan de reincorporarse al trabajo remunerado.

En este escenario nace la plataforma digital NiMásNiMenos (www.nimasnimenos.org), la que busca dar a conocer la desigualdad salarial de género, entrega datos y material de estudio para que tanto estudiantes que están por titularse se informen acerca de aspectos relevantes en esta materia, como las organizaciones puedan medir la brecha salarial de género al interior de sus instituciones y tomar medidas concretas para revertirla. Reducir la brecha salarial de género es una tarea urgente y requiere de la articulación del mundo privado y público, del Estado y de la misma ciudadanía.

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