Opinión

La efímera república parlamentaria

Foto: AgenciaUno

Estos días que vienen veremos una acusación constitucional contra el polémico intendente Guevara, cuatro interpelaciones a ministros llevadas a cabo por igual cantidad de diputados hombres, dos comisiones investigadoras por hechos relacionados con el estallido social y cuatro vinculadas a episodios ambientales, creadas al calor de la fallida COP25. No se debe olvidar la acusación contra el exministro Chadwick, uno de los hechos políticos cuyas consecuencias en la salud de la coalición oficialista todavía se están notando. A modo de comparación, los eneros anteriores en el Congreso era un frenesí legislativo, mandado por la agenda del gobierno para sacar las leyes que le interesaban. Ahora, la Segpres no es para nada el motor impulsor del Parlamento que tiene vida propia. Ni siquiera las urgencias legislativas son respetadas.

Pareciera una nueva república parlamentaria, pese a que en los proyectos de ley que implican recursos el Ejecutivo sigue siendo el rey. Hay que agregar que el acuerdo que llevó al proceso plebiscitario para una nueva Constitución fue armado en el Congreso, y la propia discusión sobre paridad, que enredó el asunto, ocurrió allá. El Congreso se ve energético, fresco, con menos corbatas, e incluso dispuesto a trabajar todo febrero. Prácticamente todos los parlamentarios tienen cuentas en Twitter en las cuales narran a toda hora mediante videos editados su acción, sus intervenciones, sus discursos. Un buen comunity manager es ahora más importante que un asesor económico que explique los efectos de los proyectos de ley o un aburrido abogado experto en temas legislativos.

Hay varias explicaciones para este asunto, una de ellas es sin duda que los parlamentarios sintieron como nadie la crítica a los políticos tradicionales, de todos los lados que se ha derivado del estallido social. La irrupción de nuevas fuerzas como el Frente Amplio y Evópoli, junto con una mayor presencia de mujeres en el Congreso, generan un efecto energético que rompe la inercia tradicional.

La visión de los medios del Congreso ha cambiado, los parlamentarios son las estrellas de los paneles políticos, reemplazando a ministros y analistas. La imagen tradicional de sala vacía, dando la sensación de unos señores privilegiados que no trabajaban, ha sido reemplazada por noticias en las comisiones, el lugar donde en realidad se cocina todo. Aunque fue en su momento vilipendiado por sus pares, fue clave el esfuerzo de transparencia del expresidente del Senado en el período anterior, que hizo el esfuerzo casi logrado, para que todas las comisiones tuvieran transmisiones de TV.

Pero este verano mediático que viven los parlamentarios puede llegar a su fin. Si gana la opción por una nueva Constitución, toda la atención se centrará en la convención, quedando los actuales congresistas, con mucha suerte, como comentaristas respecto a lo que pasará en el otro edificio donde se buscará el acuerdo de los 2/3 para una nueva Carta Magna. Y como a nadie le gusta ceder poder, aquellos constituyentes no dejarán que los expertos parlamentarios pauteen en modo alguno sus deliberaciones. Semejante lucha de poderes llenará páginas de la crónica política.

Pero si gana la opción "No", la tensión vuelve al Congreso. La tentación de volverse constituyentes hará aún más fuerte el deseo de una república parlamentaria. Curiosamente, el rechazo popular a uno de los acuerdos más históricos del Congreso les permitirá mantener la atención sobre ellos.

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