La inmediatez

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Salir de esta crisis requiere respuestas inmediatas que den el tiempo que requiere procesarla. La tarea de recuperarnos y construir un Chile mejor será prolongada. Y los tiempos no están para espera, cuando se siente haber esperado por años. Hoy se abre o cierra la puerta al futuro.

Las inmediateces son dos. Una: terminar con la violencia; la otra: dar alguna respuesta, una, clara y contundente, punto de partida a esa demanda social multifacética que resumió bien el alcalde Lavín, hablando de un Chile de "integración social" que haga uno solo de los varios Chiles que ahora somos. No accederemos a ese proyecto de futuro sin una respuesta inmediata, leída como triunfo por la ciudadanía.

Ambas inmediateces son inseparables. Es una forma de eludir responsabilidades, discutir si primero deben enfrentarse la violencia o las demandas sociales. Cada una condiciona el éxito en la otra. Si no terminan con la ambigüedad frente a la violencia y el pasarse la pelota con disquisiciones sobre facultades de cada poder, van marchando derechamente a una intervención militar para contenerla. Y si no la contienen, quienes detentan los tres poderes del Estado -no solo el gobierno- serán juzgados duramente y carecerán de toda autoridad para dar respuesta a otras demandas ciudadanas. Ya están más cerca de ser echados a patadas que de ser aplaudidos. Asimismo, el procesamiento de las demandas sociales exige plena vigencia del estado de derecho, porque no hay derechos sociales, ni de ningún tipo, cuando imperan la ley de la selva y el matonaje delictual.

Pero al mismo tiempo, la violencia no terminará fácilmente. Son demasiados los que, desde la no violencia, la "comprenden". Esperan que ella dé acceso a cosas que de otro modo no obtendrían. La normalidad, el fin de la legitimidad tácita de la violencia, requiere consecuencia en políticos hasta ahora de grosera ambigüedad en su condena; y sobre todo, convicción ciudadana de que el conflicto ha terminado. Eso exige una reacción inmediata, convincente, que legitime los tiempos para construir respuestas en pensiones, reforma tributaria, salud, educación y más, para un Chile futuro de integración y respeto social. Digamos, en lenguaje conocido, un "bono de fin de conflicto", visible, contante y sonante en el bolsillo de los más pobres. Algo de eso detecto en la propuesta de devolución inmediata de IVA a los más pobres, hecha por el expresidente Lagos. Pero sea como sea, me gusta más por su simbolismo, un "bono de fin de conflicto".

En fin, el tiempo se acaba. Basta de baile de máscaras entre los tres poderes. La crisis del Estado los interpela a los tres. La violencia y la demanda social solo tienen salida viable y satisfactoria si es respuesta a las inmediateces, compartidas por todos ellos.

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