Las disputas por la chilenidad



Por Consuelo Figueroa, académica Escuela de Historia Universidad Diego Portales

La intensa controversia que ha surgido alrededor de la estatua de Manuel Baquedano es una manifestación más de las múltiples y soterradas disputas que se han dado en torno a la memoria histórica y los diversos significados de la “chilenidad”.

El levantamiento de monumentos estuvo íntimamente vinculado al surgimiento, desarrollo y consolidación de los estados nacionales modernos. Éstos, en su afán de afianzar y difundir el sentimiento de pertenencia desplegaron distintas estrategias tendientes a dar forma a lo que B. Anderson denominó la “comunidad imaginada”. La historia, como disciplina de estudio, se constituyó en uno de los dispositivos más relevantes. Los relatos, construidos como trayectorias pretendidamente objetivas y coherentes que incluirían a todos los habitantes del territorio, tenían como fin delinear los contornos y dar espesor a una idea de nación que se concebía única, indisoluble y eterna.

Sin embargo, el siglo XIX, particularmente la segunda mitad, se caracterizó por profundas fracturas y agudos conflictos internos y externos que poco tenían que ver con esos discursos. De hecho, estos excluyeron de forma manifiesta a mujeres, afrodescendientes, campesinos, indígenas, sectores populares y clase obrera, es decir, la gran mayoría de la población.

Las violentas invasiones militares a las regiones al sur de la Frontera - eufemísticamente denominada “Pacificación”- y a lo que es hoy el norte grande -Guerra del Pacífico- coincidieron, a su vez, con un proceso de profunda complejización social. El surgimiento de movimientos de artesanos, obreros y clase media, las primeras organizaciones de mujeres feministas, las luchas indígenas o lo díscolos, rebeldes e indisciplinados sectores populares fueron configurando, a su vez, otros sentidos de pertenencia y significados de nación muy diferentes al discurso hegemónico. De este modo, la pretendida unidad nacional, representada en imágenes como los monumentos erigidos en honor a los héroes de los múltiples conflictos bélicos en los que se involucró el país durante el siglo XIX -como el caso de Baquedano y el soldado desconocido que yace actualmente a sus pies- era desafiada por otros sujetos que, habitando también el mismo territorio, quedaban excluidos de ese discurso.

Así, la figura del héroe -Baquedano- o la del “roto chileno” -soldado desconocido-, quienes habrían desplegado su espíritu libre y guerrero frente a enemigos externos sin desestabilizar el orden social se contraponía a otra chilenidad que, lejos de fomentar una figura única y homogénea, ponía énfasis en una mirada más inclusiva que privilegiaba la diversidad y la discrepancia entre perspectivas e intereses diversos.

En este sentido, la actual controversia acerca de la estatua no debe sorprender, por el contrario, ésta solo visibiliza disputas de largo aliento entre diferentes proyectos de nación que quedaron subsumidos bajo la mirada hegemónica de una historia que se impuso como la única admisible. Hoy estas disputas vuelven a surgir, abriendo la posibilidad de reescribir las historias y redelinear los rasgos, siluetas y cuerpos de las y los sujetos que habitan el territorio. Así, el debate no refiere a la permanencia o no del monumento. De hecho, la destrucción de importantes obras arquitectónicas como casas, edificios, calles o parques en favor de la “modernización” no genera el mismo escozor que aquellas que ponen en cuestión la idea de “chilenidad”. Sin embargo, estas últimas ofrecen la oportunidad de relevar historias y memorias, si bien más inseguras, problemáticas y complejas, también más ricas, inclusivas y plurales.

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