Opinión

Los liderazgos que se juegan

Los liderazgos que se juegan

¿No le ha llamado la atención que al acercarse elecciones José A. Kast y Jeannette Jara busquen disimular identidades duras para presentarse como moderados y amables? Las huestes de Kast archivan sus reiterados ataques a la “derechita cobarde” y se escabullen de tocar temas que destacaban en el segundo y fracasado proceso constituyente; mientras Jara no habla de lo que hará como Presidenta sino de su familia, de Conchalí, y su partido estudia suspender su militancia comunista de más de 35 años.

Es que vivimos una paradoja. La sociedad contiene mayoritariamente culturas no extremas, pero la política organizada nos está proveyendo liderazgos extremos. Es consecuencia del deslizamiento prolongado a la izquierda de un socialismo democrático que en su naufragio dejó sin hogar al centro; así como al surgimiento de una extrema derecha alimentada por el fracaso gubernamental en proveer seguridad pública y prosperidad.

Vivimos escenarios parecidos a aquel del plebiscito constituyente de 2022. Entonces, era la amenaza de instalar un proyecto constitucional de país borracho de extremismo; ahora, aquella de instalar por años liderazgos extremos de derecha e izquierda que hacen prever un Chile con gobiernos y oposiciones incapaces de construir mayorías y una democracia de acuerdos. Otra vez como en 2022, el extremismo liderando la política y la ciudadanía solo dándose cuenta tardíamente de “la chichita con que la estaban curando”. Entonces pudimos reaccionar a tiempo. La mayoría ciudadana, incluida en esta aquella parte de la centroizquierda que le fue fiel, terminó imponiendo su rechazo. No es que la centroizquierda “se fue a la derecha”, como vociferaron los promotores del Apruebo. Esa centroizquierda y la derecha se hicieron mayoría popular.

Hoy vivimos algo parecido. Igual que meses antes del plebiscito, los extremismos lucen triunfadores. Como entonces, esa izquierda gobernante, que solo puede exhibir fracasos, no tiene más argumento para justificarse que acusar al centro de “aliarse con la derecha” mientras socavan el voto obligatorio. Surgen candidaturas diversas para diluir el voto de centro -¿MEO, Mayne-Nicholls, Parisi?– y atacan la única candidatura moderada que realmente amenaza a Kast y Jara; aquella de Evelyn Matthei. Desde ambos extremos arremeten constantemente contra esta última en redes sociales, sea para descalificarla o darla por perdida.

Chile necesita salir de esta trampa alimentada por el fracaso del gobierno que termina y la bancarrota de su centroizquierda. Requiere nuevamente un entendimiento entre la derecha democrática y la centroizquierda no sumisa al oficialismo para construir mayoría popular y una democracia con voluntad de acuerdos, ante todo en seguridad y prosperidad ciudadanas, capaz de sumar a ellos al menos a parte de la futura oposición.

No es poco lo que está en juego.

Por Óscar Guillermo Garretón, economista

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