Más allá del Covid-19



Por Carlos J. García, académico FEN Universidad Alberto Hurtado

Las noticias sobre vacunas contra el Covid-19 ya es una esperanza cierta y es cosa de tiempo que el escenario cambie a favor. La crisis del Covid-19 ya tiene finalmente fecha de término. Si bien es una gran noticia, deja también un manto de duda en algunos temas que son de alta preocupación, y que nos tocará enfrentar más allá de esta crisis, como consecuencia directa o indirecta de ésta.

Primero, la crisis dejará una herencia tangible para los próximos años: la acumulación de deuda. ¿Qué haremos con esta deuda pública y privada, acumulada no solo en Chile, sino en todo el mundo? ¿Serán más frecuentes las crisis financieras por los riesgos de no pago? ¿Los flujos de capitales serán más volátiles por esos riesgos, desestabilizando cada vez más a las economías emergentes? Qué sucederá con aquellas personas que no puedan pagar, ¿quedarán condenadas a la pobreza?  y ¿las empresas a quebrar? En este ámbito, es importante pensar en nuestro país sobre la institucionalidad del Banco Central y del gobierno. Primero, la regla fiscal en un mundo diferente debe ser repensada. Segundo, se debe discutir la posibilidad de que el Estado adquiera temporalmente parte de la propiedad de las empresas afectadas a cambio de la deuda de éstas para evitar su quiebra. Tercero, en la política monetaria, sin cuestionar la meta de inflación, se debe incorporar el objetivo de pleno empleo, un consejo más amplio y sensible y políticas monetarias modernas para poder estabilizar la economía. La falta de todos estos elementos solo ha significado que las personas se arruinen por el retiro de sus ahorros previsionales, situación que tiene un límite.

Segundo, la pandemia acelerará un cambio tecnológico hacia el reemplazo de seres humanos por robots como ya sido medido por economistas de la talla de Daron Acemoğlu y Pascual Restrepo, ambos profesores del MIT. No obstante, esta es una sola dimensión de la revolución de los robots, y quizás la más conocida, peor aún será la brecha que ocurrirá con los países desarrollados, quienes por solo ser capaces de producir robots podrán movilizar cuantiosos recursos a ese sector económico produciéndose un círculo virtuoso con el resto de la economía, que generará un crecimiento y niveles de vidas inalcanzable para nosotros. La única opción es la inversión en educación técnica y superior, en caso contrario nunca dejaremos de ser en un país en desarrollo.

Tercero, el cambio climático y otras pandemias. La pandemia del Covid-19 podrá terminar, pero evidenció la fragilidad de nuestra economía y sociedad a escala global: en un solo año temblaron los cimientos de todos los países incluida las grandes potencias. Entonces, ¿seremos capaces de enfrentar una nueva tragedia más larga y quizás más letal que necesitará transformaciones mucho más profundas que el Covid-19? Al respecto, un dato que pasó desapercibido en la prensa nacional, en el último informe WEO del FMI de octubre del 2020, se hace un énfasis inusual en este tema, sí, muy inusual para una institución tan conservadora como es el FMI. Sin duda que es una luz roja para considerar, no es la advertencia de unos activistas ecológicos, no, es el FMI el que da la alarma y propone inversiones públicas para enfrentar este problema.

Cuarto, algunos de los cambios pasan por dos temas aparentemente no relacionados pero que sí lo están. Uno es la necesidad de una reforma tributaria que aumente la carga a los más ricos, el otro son poner atajo a las colusiones, como dicen los expertos con penas duras al nivel que sugiere la experiencia internacional. En efecto, las colusiones, entre otros elementos, han producido súper ricos en Chile, entonces es hora de que ellos paguen los impuestos correspondientes para financiar las inversiones públicas y sociales que se necesitan. No nos asustemos con pagar impuestos, esto no es nuevo, es el camino que recorren los países civilizados, y donde los mercados funcionan plenamente, como los demuestran los profesores de la universidad Berkeley Emmanuel Saez y Gabriel Zucman, es su libro El triunfo de la Injusticia.

Finalmente, la solución no pasa por coartar los mercados, ni tampoco es una añoranza estatista, muy por el contrario, para que los mercados funcionen a toda su potencia y aprovechar se necesita competencia de verdad y sobre todo subsanar una serie de imperfecciones, privadas y públicas, que están limitando preocupantemente las posibilidades de desarrollo de nuestro país. Los desafíos que enfrentaremos son tan sustanciales, y no son voces de alarma precisamente desde Caracas y La Habana, sino del FMI, la OCDE, el MIT, Berkeley, etc., que una mala decisión será fatal para nuestro futuro.

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