
Mirarnos desde afuera

A veces es necesario salir de la propia realidad para observarla con otros ojos. Esa fue una de las principales enseñanzas que nos dejó la invitación de Unesco-IHE Delft (Institute for Water Education) al Congreso Internacional de Andesco, en Colombia. La Asociación Nacional de Empresas de Servicios Públicos y Comunicaciones de ese país, estaba celebrando 30 años de trayectoria, para lo cual organizó un encuentro regional para poner en común los temas que resuenan en la región y para cual Chile tiene mucho que contar: seguridad hídrica en la provisión de agua potable a las ciudades.
Desde fuera, el modelo de agua potable y saneamiento chileno es visto con sorpresa y admiración por sus resultados: un sistema público-privado que se ha mantenido por 35 años, que tiene la confianza de la ciudadanía y que ha logrado altos niveles de cobertura, continuidad y calidad en los servicios de agua potable y saneamiento urbanos (99,9%). Hay interés en cómo Chile ha abordado el estrés hídrico con una gestión basada en la colaboración, con un regulador robusto, con foco en el análisis de riesgos, continuidad operacional y una estructura tarifaria de autofinanciamiento que permite sostener la calidad del servicio y realizar inversiones para la resiliencia.
En foros como los que vivimos en Bogotá —ya sea en el panel sobre el rol de los gremios o en el intercambio sobre planes de seguridad del agua— también quedó claro que estamos todos enfrentando dolores similares: ¿cómo hacemos frente al cambio climático y su efecto sobre las fuentes de agua? Lluvias más intensas y concentradas, pero seguidas de sequías prolongadas. Eventos extremos que ponen a prueba cada día a todos los servicios básicos. En Uruguay, por ejemplo, la intrusión salina en sus fuentes de agua dulce obligó a tomar decisiones drásticas. En Bogotá, se vivió un racionamiento inédito el año 2024. Estas situaciones nos recuerdan que nadie está exento.
En Chile, gracias a un trabajo conjunto y de largo plazo entre las empresas, el regulador y el Estado, hemos logrado mantener la continuidad del servicio y evitar escenarios como los mencionados. Pero la batalla al cambio climático no tiene fecha de término. Esto requiere un esfuerzo constante, con políticas públicas estables, inversión sostenida y decisiones técnicas que anticipen los desafíos y que miren a largo plazo.
Esa es la conversación que se está dando en la región, y es clave que Chile no solo participe, sino que también convoque desde su experiencia, nutriendo esta red colaborativa regional para seguir fortaleciendo un sistema sanitario óptimo, basado en alianzas y preparado para los desafíos del futuro. Porque el acceso al agua y al saneamiento es un derecho humano que, como región, tenemos la responsabilidad de proteger y mejorar todos los días.
- El autor es gerente de estudios Asociación Nacional de Empresas de Servicios Sanitarios de Chile (Andess AG).
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